Menéndez Blanco critica la falta de criterio de muchos arqueólogos en el tratamiento de la toponimia tradicional

Menéndez Blanco critica la falta de criterio de muchos arqueólogos en el tratamiento de la toponimia tradicional
Menéndez Blanco critica la falta de criterio de muchos arqueólogos en el tratamiento de la toponimia tradicional
EUROPA PRESS
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Menéndez Blanco lo comenta en un detallado artículo sobre 'Toponimia y Arqueología: algunos apuntes sobre su uso complementario a partir de experiencias investigadoras en la Asturias occidental', publicado en asturiano occidental en el libro 'Manuel Menéndez y l'Asturies Occidental', editado por el Seminariu de Filoloxía Asturiana de la Unversidad de Oviedo.

El investigador explica que el tratamiento por parte de los arqueólogos de la toponimia "suele ser marginal, y cuando recibe alguno, no hay unos criterios de actuación bien definidos". Comenta como "uno de los errores más comunes la utilización la toponimia presente en la cartografía editada de las zonas estudiadas, sin una comprobación mediante trabajo de campo". Por esta razón, "muchos yacimientos están publicados con nombres que no les corresponden en la realidad y que, por tanto, no son definitorios de los propios". Cita como ejemplos las minas romanas de La Cárcova y La L.lagarona, en Allande, llamadas El Bachicón de Fresnedo y La Chaquerona de Villavaser enalguna publicación de referencia sobre el tema (Perea Caveda y Sánchez-PalenciaRamos, 1998: 103).

La falta de una encuestación de campo conlleva, según Menéndez Blanco, también a interpretaciones forzadas. Así, en un artículo dedicado a la relación entre toponimia y arqueología (Bardio Díaz e Fernández Irigoyen, 2005), "se propone que varios topónimos menores de Allande pueden referirse a restos megalíticos: Penas Forcadas (por Penaforcada), Penas Malas (por Peneosmalos) y Peneo Cortao". El investigador apunta que estos casos "se trata de peñas naturales, como invita a pensar el propio término 'pena', aunque estén al lado de túmulos -que en la zonase identifiquen con el nombre popular de tumbas-".

"Esta falta de información de primera mano implica también errores en la localización geográfica de los nombres, como vemos en la interpretación etimológica que se hace de la sierrade Carondio, que partiría de la profusión de restos pétreos de los túmulos comentados", añade. "La inconsistencia de la propuesta se manifiesta al comprobar en el sitio que Carondio es realmente el nombre del pico más alto de la zona y la extensión de la denominación a toda la sierra es reciente y de carácter administrativu", comenta Blanco.

En su opinión, "falta por tanto que los arqueólogos atiendan a la toponimia de la misma manera que a las otras fuentes utilizadas, aplicando unos criterios definidos de utilización". Para Menéndez Blacno, "es necesario que se entienda la importancia de la fuente primaria como única válida y se escarten como recursos todos los trabajos que no tengan un estudio toponímico detrás". "Tiene que haber también un conocimiento mínimo de la lengua en la que se forma el topónimo pararepresentar e interpretar correctamente", concluye el autor del artículo.

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