El Renacimiento del Perugino y Rafael se muestra en París

  • Lídia Lacruz.

Lídia Lacruz.

París, 11 sep.- El arte del Perugino y de su discípulo más aventajado, Rafael, volvió a reunirse en un mismo espacio, el del Museo Jacquemart-André de París, donde hoy se inauguró una exposición integrada por algunas de las mejores obras de ambos pintores renacentistas.

Integrada por medio centenar de lienzos, la muestra propone en primer lugar un amplio recorrido por la trayectoria profesional del Perugino (1450-1523), nacido en la pequeña localidad de Città della Pieve, que perfeccionó su técnica en diferentes ciudades italianas antes de convertirse en mentor de Rafael (1483-1520).

Hasta el próximo 19 de enero, el Jacquemart-André ofrece así una comparativa entre las obras de ambos maestros, en la que analiza si realmente existió una relación profesional entre ellos, pues varios especialistas sostienen que no hubo "apadrinamiento" alguno.

"La confrontación de las obras reunidas en París es muy importante para el estudio y la comprensión de la influencia del Perugino en la formación de Rafael", destacó la comisaria de la exposición, la italiana Vittoria Garibaldi, para quien ambos artistas estuvieron muy ligados.

Es la primera vez que se exponen juntas estas cincuenta obras, cuya selección ha sido muy cuidada, y se han traído lienzos del museos como el Louvre, la National Gallery of Art de Washington (EE.UU.) o la Royal Collection Trust y la National Gallery del Reino Unido, añadió.

La exhibición incluye la primera creación de Rafael en la que aparece como maestro, "La coronación de San Nicolás de Tolentino", cuadro hoy incompleto debido a un terremoto que lo rompió en varios pedazos, pero que acaba de ser reconstruido.

Una verdadero privilegio porque hasta ahora no se habían podido reunir todas las partes, dispersas en diferentes museos, explicó.

Rafael era todavía muy joven cuando la pintó, y por eso existen grandes diferencias entre las distintas partes del cuadro, cuya parte central refleja claramente la influencia del Perugino, según Garibaldi.

Además de confrontar al maestro con su aprendiz, la comisaria quiso, en esta muestra titulada "El Perugino, maestro de Rafael", mostrar el gran artista del Renacimiento que fue también el primero y "su revolucionaria contribución al mundo del arte".

"Fue sobre todo un pintor clásico, en el sentido amplio de la palabra, que renovó el lenguaje pictórico a finales del 1400", dijo.

De los cuadros que han viajado hasta París, Garibaldi destacó muy en especial los paisajes, constante recuerdo de su ciudad natal, que ese gran amante de la naturaleza gustaba pintar siempre con gran realismo.

Las líneas y colores del Perugino trasmiten una armonía que encuentra continuidad a lo largo de toda su trayectoria, añadió la comisaria, quien subrayó igualmente "su capacidad para que pareciese que las figuras de sus cuadros estaban vivas", algo posible gracias a los conocimientos adquiridos junto a Andrea Verrocchio.

Citó como ejemplos magistrales de esta técnica los cuadros que tienen como sujeto a la Virgen María, a quien el Perugino, solo mediante la mirada y el gesto, logra hacer transmitir múltiples sensaciones y sentimientos.

En ciertas obras, las miradas entrelazadas entre la Virgen y el Niño emanan tranquilidad y armonía; mientras que en otras, solo con la posición de las manos y los ojos, el artista expresa melancolía o una relación de desapego.

Los autores de su época ya le definieron como "el pintor más grande de Italia", recordó Garibaldi antes de resaltar cómo "gracias a su pintura conseguía trasmitir armonía y serenidad, en un momento de clima social muy complicado y de contraste político y religioso".

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