Machismo y abusos sacuden festival de Roma con crudo filme colombiano

El machismo y los abusos narrados por el director colombiano Víctor Gaviria en su nuevo filme "La mujer del Animal" sacudieron este viernes la Fiesta del Cine de Roma con la cruda y violenta historia de una mujer que fue violada por un criminal durante siete años.

"Quedé obsesionado con el tema cuando Margarita, una mujer de 60 años, me contó su vida. Por el dolor de ella, por haber vivido esa pesadilla por siete años", confesó Gaviria en una charla con la AFP tras la proyección en la capital italiana donde fue aplaudida.

El premiado director de películas que forman parte de la historia del cine latinoamericano como Rodrigo D (1990), La vendedora de rosas (1998) y Sumas y Restas (2004), vuelve al cine tras doce años de ausencia con una historia llena de dolor y rabia, maldad y dignidad, odio y reconciliación, pobreza y brutalidad.

Construida a partir del relato real de Margarita, que vivió en primera mano las violaciones y abusos del que llamaban en su barrio de invasión El Animal, la película es protagonizada por actores naturales, entre ellos la excelente Natalia Polo, una joven de 23 años, desplazada hace casi 10 años por la violencia de su natal Urabá.

"Contar siete años de vida es como hacer 25 películas. Convertir eso en una sola fue difícil, yo no entendía, hubo episodios muy trágicos y muy violentos", confiesa el realizador, quien filmó como es su estilo en los barrios pobres de los alrededores de Medellín, la segunda ciudad de Colombia.

"La película es violenta, pero la realidad es peor, mucho más", asegura Gaviria, quien investigó y escuchó por seis años relatos e historias de las llamadas comunas de Medellín, los asentamientos ilegales sin servicios ni ley, donde domina la ley del más fuerte.

Presentada en septiembre en el festival de Toronto (Canadá), el cuarto largometraje de Gaviria es un homenaje a la mujer, a la mujer que no pierde su dignidad a pesar de las vejaciones y humillaciones padecidas.

"Es que El Animal solo quería anularla, con todas las modalidades del maltrato de género. Desde aislarla, hasta hacer que aguante hambre, insultarla, pegarle y amenazarla con matarla. No son modalidades que van de mayor a menor. Uno cree que van en escalera, que el aislamiento es menos grave que amenazarla. No es así. Todas esas modalidades tienen la forma de una llanta de bicicleta. Todas hacen parte de lo mismo. No van en graduación", explicó.

El filme, que transcurre en los años 70, antes de que Medellín se convirtiera en la capital del narcotráfico y Pablo Escobar adquiriera fama mundial, es también un viaje al origen de esa mentalidad brutal y a la vez una denuncia contra todos aquellos que callan, que no quieren ver, tienen miedo o simplemente son indiferentes.

"Me di cuenta que en nuestra violencia y convivencia nacional, no sólo hay una relación entre víctimas y victimarios, sino que también hay una con el testigo, con el que calla, el que es cómplice, el que se hace el tonto, el cobarde, el que tiene miedo", dice.

Para uno de los cineastas más comprometidos con la realidad de su país, admirador del cine neorrealista italiano, que supo contar los horrores de los carteles del narcotráfico, el desafío ahora es romper el silencio que convierte a todos en cómplices.

"En Colombia matan 4 mujeres al día, casi 1500 al año", recalca la productora, Daniela Gögel

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