El homenaje de actores sirios "a las víctimas del mar"

En una barca de madera como único decorado, seis actores sirios sueñan con llegar a Europa para resucitar su compañía teatral, una obra con la que rinden homenaje a las víctimas de la guerra, como ellos, y a los que lo arriesgan todo en el mar.

Al final de este periplo, los seis actores encarnan escenas inspiradas en clásicos de esta Europa a la que intentan llegar para seguir vivos. Al amparo de obras como Tartufo, Don Quijote de la Mancha o el Rey Lear, intentan quebrar algunos tabúes de la sociedad árabe.

"Quise homenajear a las víctimas del mar, a los que se vieron obligados a huir de su país a causa de la guerra y la destrucción", explicó a la AFP el director francosirio Nawar Bulbul, después del estreno de la obra en Ammán.

"Es el amor por la vida lo que empujó a toda esta gente a subirse a embarcaciones precarias en un periplo peligroso", afirma, refiriéndose a los cientos de miles de personas que huyeron de los combates en Siria, Irak o Afganistán, hacia una Europa en paz.

"Saben bien que tienen muy pocas posibilidades de alcanzar Europa, y aún así asumen riesgos enormes; para ellos es la vida o la muerte" en su país.

Más de 270.000 personas murieron en seis años de guerra en Siria.

En la barca de casi seis metros de eslora viajan cuatro actores y dos actrices, todos ellos refugiados sirios que sufrieron en carne propia los horrores de la guerra.

Interpretan a los supervivientes de una compañía teatral que sueñan con recomponerse nada más llegar a Europa. Se reencuentran por primera vez desde el estallido de la guerra en 2011. La alegría que sienten por verse da paso a recuerdos dolorosos. Cada uno de ellos relata cinco años de sufrimiento.

Iman, de 15 años, perdió su pierna derecha por un obús. Haya, de 25, pasó varios meses en las cárceles del régimen sirio, donde sus carceleros la violaron 227 veces. Mohamad, de 24 años, perdió una mano en un bombardeo del régimen.

También figura Mahmud, un palestino de 50 años, que logró huir de un campamento palestino de Yarmuk, cerca de Damasco, asediado por el ejército sirio. "¿Os acordáis de la gata Fufú que vivía en casa y nos seguía a todas partes? Hicimos un guiso con ella", cuenta, dando una idea del hambre que pasaban.

En 2013, varias oenegés estimaron en más de 200 los muertos en este campamento rodeado por las tropas del presidente sirio Bashar al Asad. Decenas de ellas murieron de hambre.

Con un mapa de Europa y unos catalejos, los seis sirios inician en el escenario una travesía peligrosa desde un lugar desconocido que les lleva a Grecia, Italia y España. Siguen hasta las costas del Reino Unido y de Francia para acercarse a Alemania, el país que abrió las puertas a los refugiados sirios.

En cada una de las escalas interpretan una escena sacada de una obra de un autor de esos países.

En Tartufo, la comedia francesa de Molière, un actor barbudo y vestido como el jefe del grupo yihadista Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Bagdadi, interpreta a un hombre hipócrita e impostor que utiliza la religión para saciar sus apetitos sexuales.

De España les inspiró una escena del Don Quijote de La Mancha, la obra maestra de Cervantes. El hidalgo le pregunta a su escudero quiénes son esas personas con cadenas. La prisionera contesta: "Amé. Mi crimen es que me enamoré. "A mi amiga Marion y a mí nos acusan del mismo crimen: la música", responde otro preso.

Con esta obra Nawar Bulbul quiso romper "tres grandes tabúes de la sociedad árabe: la religión, el sexo y la política".

La obra termina con la tormenta del acto III del Rey Lear de Shakespeare, que hace zozobrar "el barco del amor".

En 2015, 3.770 personas, muchas de ellas niños, murieron engullidas por el mar Mediterráneo en su intento por llegar a Europa, según la Organización Internacional de Migraciones.

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