Jeff Bridges y Ryan Reynolds, hasta que la muerte los una

  • Un purgatorio futurista fuerza a dos actores tan distintos como Jeff Bridges y Ryan Reynolds a compartir las misiones del "R.I.P.D.", un escuadrón póstumo a la caza de alienígenas en el que el humor, la acción, la ciencia ficción y el western tienen cabida bajo la dirección de Robert Schwentke.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 15 jul.- Un purgatorio futurista fuerza a dos actores tan distintos como Jeff Bridges y Ryan Reynolds a compartir las misiones del "R.I.P.D.", un escuadrón póstumo a la caza de alienígenas en el que el humor, la acción, la ciencia ficción y el western tienen cabida bajo la dirección de Robert Schwentke.

El contraste actoral y generacional entre el veterano y prestigioso Bridges y el sex symbol Reynolds es la gran baza con la que cuenta este filme, una suerte de cruce entre "Men in Black" y "Ghost" que se estrena este viernes en Estados Unidos, en agosto en República Dominicana y Perú y en septiembre en España y Argentina.

Bridges, que comenzó a destacar en un clásico como "The Last Picture Show", justificó hoy en rueda de prensa en Nueva York su presencia en esta cinta: "Me gustan las películas raras y sorprendentes y la premisa de esta película lo es", dijo refiriéndose a este comando de policías fallecidos que reciben una segunda oportunidad en el más allá.

Por un lado, sorprende que Bridges haya participado en un filme comercial de entretenimiento familiar, pero por otro encaja sin esfuerzo en el estereotipo de hombre socarrón y pasado de vueltas que ha encarnado desde el célebre "el Nota" de "The Big Lebowsky".

Reynolds, además productor ejecutivo de la cinta ("que básicamente significa tener más comida en tu camerino", bromeó), repite en una adaptación de cómic, tras "Green Lantern", aunque consideró que "las películas basadas en cómic son ahora mismo una parte tan importante de la industria que son casi un género en sí mismas".

En pantalla, Bridges representa a un sheriff del viejo oeste condenado en esta eternidad a entenderse con un "novato" ambicioso que tiene los atractivos rasgos de Reynolds.

El ganador de un Óscar por "Crazy Heart" no desconoce las claves del mejor cine del oeste. "Me encantan los westerns, aunque obviamente en otro contexto", aseguró Bridges, cuyo último gran personaje fue en este género, en "True Grit", de los hermanos Coen y ahora, sin quitarse el sombrero ni el resbaladizo acento, se apunta a los duelos con munición futurista.

"Es una época no muy duradera de la historia de nuestro país, pero en la que surgieron personalidades verdaderamente heroicas", ha dicho quien desde pequeño vio como su padre, el también actor Lloyd Bridges (más tarde célebre por parodias como "Airplane!" o "Jane Austen's Mafia") llegaba con las botas y el sombrero puesto después de rodajes de clásicos como "High Noon".

El canadiense Reynolds, en cambio, hijo pequeño de una familia de cuatro y el típico niño "que se dedicaba a poner petardos en los buzones del vecino", se encontró más intolerancia con un padre que no quería que fuera actor.

"Para él era como si me fuera a cambiar de sexo", aseguró, y el día que le confesó que había ido a hacer su primera audición, sus tres hermanos decidieron repartirse la bronca de su padre fingiendo haberse hecho un piercing en la oreja cada uno.

Sin embargo, durante un rodaje en el que también estaban presentes Kevin Bacon y Mary Louise-Parker, la brecha generacional y la diferente formación se tradujo en entendimiento.

Reynolds, gran admirador de Bridges, agradeció que no fuera un actor de método. "Respeto todas las técnicas, pero puede ser un poco agotador que quien interpreta al villano en la película no te dirija la mirada a la hora de comer", bromeó.

Por su parte, Bridges reconoció que, si como en la película tuviera que cambiar su identidad para volver a bajar a la Tierra, él elegiría ser Ryan Reynolds.

Por su parte, Reynolds, tras reconocer que se reencarnaría en su perro "porque tiene muy buena vida", aseguro que se convertiría en el presidente de su país, Barack Obama. "Estaría bien probar durante un día", añadió.

Como presidente se preocuparía de luchar contra un enemigo poco tangible: "Nos falta la habilidad de hacer dialogar a nuestros hijos. Si lo consiguiéramos, el mundo se convertiría en un mundo mejor", concluyó.

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