Martiño Rivas y Tomás Pozzi, las dos caras de "Una cuestión de altura"

  • "Una cuestión de altura" es un "viaje en el autoanálisis introspectivo para recuperar la propia identidad", explica Martiño Rivas, coprotagonista de la pieza junto a Tomás Pozzi.

Madrid, 14 ene.- "Una cuestión de altura" es un "viaje en el autoanálisis introspectivo para recuperar la propia identidad", explica Martiño Rivas, coprotagonista de la pieza junto a Tomás Pozzi.

Ambos actores han presentado hoy en rueda de prensa, junto al director de la obra, Rubén Cano, y la guionista, Sandra Castro Nieto, esta obra, que mañana llega a los escenarios del Teatro Español de Madrid.

Pozzi y Rivas representan las dos versiones de un psicólogo de éxito que, tras una noche de alcohol en la que se acuesta con la novia de su mejor amigo, se despierta siendo un individuo físicamente distinto.

Rivas es el lado desagradable, oscuro, del psicólogo: narcisista, elitista, ganador, depredador y "podrido por dentro".

Pozzi es su nueva imagen, con 30 centímetros menos de altura y acento argentino.

Creada en 2006, "Cuestión de altura" surgió inicialmente como un "monólogo" elaborado por Castro Nieto expresamente para el actor argentino, al que conocía desde hacía tiempo.

Sin embargo, Cano consideró que era necesario incorporar un segundo intérprete para que fuera "palpable la dualidad del individuo", relata.

Los actores tienen "energías distintas", pero "puntos en común" que Rivas asegura han "potenciado" en ciertos momentos de la pieza y les han servido para distanciarse en otros.

En cualquier caso, Pozzi subraya que la buena relación que mantiene con el protagonista de "Tres bodas de más", al que "siente como un hermano", fue fundamental para que la obra "saliera adelante".

"Cuestión de altura" es una "historia de espejos", una "crítica a una sociedad que nos obliga a vernos en un espejo en el que tenemos que tener éxito", explica la guionista.

El relato pretende invitar al individuo a "mirarse en un espejo" y descubrir si le "gusta quién es" y, en dicho caso, decidir si modifica o no lo que muestra a los demás de sí mismo.

La compenetración entre los actores y los creadores fue esencial para el resultado de la pieza, surgió "un espacio de creación entre los cuatro en los ensayos", explica el director.

Cano, que debutó como director de escena en "De Miguel a Miguel" en 2010, prefiere observar los "impulsos" de los actores, a los que define como "una caja de música", antes de dar sus directrices para la interpretación de cada papel.

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