La CND estrena con gran éxito "Nippon-Koku", haikus del movimiento

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 8 feb.- Una cuerda de ahorcado y un sable han servido esta noche a la CND para indagar, con un gran éxito, sobre quién manda en quién y cómo, y lo ha hecho en su primer programa exclusivamente contemporáneo, "Nippon-Koku", una suerte de haikus declinados según "la tabla de la ley" de Marcos Morau y La Veronal.

Los espectadores han escuchado antes de aparecer el primer bailarín que "la autoridad es absolutamente anárquica" y ese es el punto de partida de la reflexión sobre el poder y la sumisión de Morau, con una entregada interpretación de los bailarines, cada vez más compactados y sintonizados en la onda de José Carlos Martínez, director de la Compañía Nacional de Danza desde 2010.

Una soga, sillas de ruedas, sables, un "teléfono rojo" que nadie atiende, unas baquetas y una sombrilla son los elementos que han manejado los bailarines, encerrados en la primera escena en una "caja-sanatorio" y después en un territorio de nadie.

Vestidos por David Delfín con uniformes pardos y azulones, los bailarines han hecho solos, dúos, tríos y todas las variaciones posibles al compás de una música en la que el ruido de morteros, las cornetas y las marchas militares se han mezclado con adagios e himnos angelicales y los gritos y órdenes de la bailarina japonesa Tamako Akiyama.

Lo mismo que la composición de los delicados poemas japoneses llamados haikus deben someterse a la galera del 5/7/5, los movimientos de esta pieza responden a una geometría espacial que busca cerrar el círculo en cada ocasión, unas veces con más éxito que otras pero en todas se percibe la ambición de Morau y su anticonformismo.

El estreno absoluto en Matadero de "Nippon-Koku", un encargo de la CND, ha estado precedido de dos meses de trabajo que comenzaron con "una hoja en blanco", con la única pauta de los "diez mandamientos" del movimiento de los que La Veronal, creada en 2005 por Morau, se ha dotado y que caracterizan su forma diferente de aproximarse a la danza.

Luego fueron sesiones de improvisación que poco a poco fueron quedando fijadas, un proceso que ha terminado muy poco antes de su estreno, porque así le gusta a Morau, Premio Nacional de Danza 2013, que entiende que el proceso creativo solo concluye cuando se estrena.

"Nippon-Koku", un encargo de la CND, plantea la relación del ser humano con el poder, sus reacciones y condicionantes, en un entorno bélico que recrea el Japón de la II Guerra Mundial, entre marchas militares y ritmos procedentes de la tradición japonesa.

La pieza es un acercamiento geográfico a Japón como lo han sido sus anteriores coreografías a otros lugares -"Portland (2013), "Siena" (2013), Rusia (2012), "Islandia" (2012), "Moscow" (2011) y "Finlandia" (2010)- aunque en este caso sin haber viajado a el, aproximándose desde "la idea que puede tener el país alguien que no ha estado allí nunca".

Oficiales de algún ejército en un lugar extraños deambulan con todas las herramientas del poder y sus tics pero sin nadie a quien mandar, fuera de lugar, fuera del espacio y fuera del tiempo.

El propósito y finalidad de La Veronal, un colectivo de artistas procedentes de la danza, el cine, la literatura y la fotografía, es reproducir el mundo que le rodea como si fuera el reflejo de un mundo interior propio.

Sus referentes culturales los extraen del cine, la literatura, la música y la fotografía y para ello colocan "señales" y juegan "con las imágenes y la composición", en la línea del decálogo del cineasta polaco Krzysztof Kieslowski.

Por ello, las piezas no pretenden constituirse como obras documentales que describan el país de forma directa, sino que se sirven de los elementos que el topónimo proporciona para llevar a cabo el desarrollo de una idea, de un argumento.

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