El altar de Pérgamo permanecerá cerrado hasta 2020 por obras de restauración

  • El altar de Pérgamo, una de las obras más emblemáticas y antiguas que se exponen en los museos de Berlín, permanecerá cerrado al público por obras de restauración a partir del próximo 28 de septiembre, previsiblemente hasta 2020.

Berlín, 25 ago.- El altar de Pérgamo, una de las obras más emblemáticas y antiguas que se exponen en los museos de Berlín, permanecerá cerrado al público por obras de restauración a partir del próximo 28 de septiembre, previsiblemente hasta 2020.

El Museo de Pérgamo acoge en la capital alemana una de las mayores colecciones de obras clásicas del mundo y el año pasado atrajo a más de 1,2 millones de visitantes para admirar el altar, la colorida Puerta de Istar de la muralla interior de Babilonia, o la puerta del mercado romano de Mileto.

Será la sala que acoge el altar de Pérgamo, la joya de la corona que da nombre al museo, la que será cerrada al público el próximo 28 de septiembre, según anuncia la institución en su página web.

El director de la colección de arte antiguo del museo, Andreas Scholl, ha explicado al periódico local Berliner Zeitung que, por motivos de conservación y financieros, no es posible desmontar las piezas y la sala deberá permanecer cerrada durante al menos cinco años.

El objetivo es reparar los daños en la estructura y el moho que se ha ido formando en las más de 100 esculturas del periodo helénico a lo largo de su ajetreada historia.

Dedicado a la diosa Atenea, se calcula que este altar fue construido entre el año 180 y 159 antes de cristo, en la actual Turquía, para transmitir a futuras generaciones las luchas entre dioses y gigantes.

Sin embargo, el tiempo lo relegó al olvido y no fue hasta finales del siglo XIX cuando arqueólogos alemanes recuperaron este monumento y, previo pago de 20.000 marcos al Imperio Otomano, iniciaron el traslado a Berlín pieza a pieza en 1879.

Tuvieron que pasar más de 50 años hasta que el Museo de Pérgamo pudiese ser inaugurado en 1930, pero su emplazamiento duró poco, ya que tras la II Guerra Mundial, los rusos se llevaron el altar a San Petersburgo.

Allí permaneció hasta 1958, cuando volvió a Berlín para quedarse.

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