Francia recuerda a todos los caídos en la noche oscura de la Gran Guerra

  • Carlos Abascal.

Carlos Abascal.

Arras (Francia), 11 nov.- La historia se detiene a apenas una hora de París, en las laderas de Notre-Dame-de-Lorette, simple colina rasa donde se libró uno de los embates más cruentos de la Gran Guerra y hoy emplazamiento del primer memorial que homenajea sin distinciones a todos los caídos.

En el monumento, que hoy inaugura el presidente francés, François Hollande, no hay menciones a bandos ni grados, sino un vasto listado de nombres.

Cerca de 600.000 combatientes perecieron en una ofensiva que, sepultada bajo el fragor de las matanzas del Marne o Verdún, fue durante demasiado tiempo un "frente olvidado", según aclara el director de la Misión Historia, Memoria y Conmemoración, Yves-Le-Manner.

"La región de Artois, Paso de Calais, fue la más maltratada por la contienda", revela tras repasar los once meses de asalto aliado a la "colina sangrienta", baluarte del ejército alemán.

A su lado, el creador del memorial, Philippe Prost, inspecciona el monumento: un sobrio e inmenso anillo.

"Pensé en dar forma a la fraternidad, puesto que este proyecto es un símbolo de paz. Di así con la idea del círculo, como el que dibuja una cadena humana o los niños cuando se toman de la mano", detalla Prost a Efe.

Aunque majestuoso, el memorial rehúsa la verticalidad "morbosa" de los monumentos que sucedieron a la Gran Guerra durante los años veinte, potenciando, en cambio, la línea horizontal en una estructura que, pese a incluir un tramo en "levitación" sobre el valle, apenas se levanta tres metros del suelo.

"Quise expresar la idea de fraternidad poniendo arte y naturaleza al servicio de la memoria", agrega.

De disposición elíptica y concebido en cemento y metal, la cara interior del anillo muestra un total de 500 láminas, "páginas de una memoria", sobre las que pueden leerse -sin distinción de nacionalidad, grado o religión- los nombres de los 579.606 seres humanos que perdieron la vida en las trincheras de Artois.

Tras fracasar en la toma de Arras, el ejército alemán se afianzó en el promontorio el 4 de octubre de 1914. No sería hasta un año después cuando los aliados pisarían la cima, un "infierno de cadáveres".

A esas "víctimas de una muerte industrial" se consagra un listado elaborado mediante una tipografía expresamente creada para la ocasión, y que comprende a franceses, ingleses o alemanes, pero también a sudafricanos, canadienses o hindúes: el rastro multinacional del Imperio Británico.

"Hombres de medio mundo murieron al pie de esta colina", relata Prost, quien recuerda que el nieto de Toro Sentado, el legendario jefe indio, cayó bajo los obuses en las filas canadienses en este mismo lugar.

En un perímetro de 328 metros, el anillo del arquitecto francés trata de superar la pujanza de los nacionalismos -de hoy y ayer- con una propuesta que incluso involucró a la Reina de Inglaterra, que medió para vencer las "resistencias" que generaba el hecho de alinear juntos a combatientes alemanes y británicos.

Ahora, cuando se conmemora el centenario de la Primera Guerra Mundial, es tiempo para una fraternidad póstuma que -íntegramente financiada por París (8 millones de euros o 10 millones de dólares)- prolonga la ya existente necrópolis nacional, levantada en lo alto de Notre-Dame-de-Lorette al término de la barbarie.

Y es esa barbarie, a las trincheras y sus "poilus", como se apodó a la infantería gala, la que recuerdan la obra de Prost y la ceremonia de hoy, urdida de acuerdo a la expresión del historiador Nicolas Offenstadt, desde "la distancia crítica y la proximidad afectiva".

Un acto de memoria y, probablemente, un aviso.

Mostrar comentarios