Así lo ha aseverado el autor en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de la presentación en València de su última novela, 'La vida negociable' (Tusquets), con la que el prestigioso narrador regresa a las librerías tras la exitosa 'El balcón en invierno'.
En esta nueva obra, Landero espera "regalar" a los lectores "gratas horas de soledad". Y lo hace a través de la historia de Hugo Bayo, peluquero de profesión y genio incomprendido, que cuenta a sus clientes la historia de sus muchas andanzas, desde su adolescencia en un barrio de Madrid hasta el momento actual, ya al filo de los cuarenta, en que sigue buscándole un sentido a la vida.
Lo que marca a este personaje, comenta Luis Landero, es "la capacidad que tiene para soñar, es un hombre que no se conforma nunca con lo que tiene y siempre está trajinando para conseguir nuevas metas". "Es una máquina de desear, como lo somos todos salvo la gente que es feliz y se conforma con lo que tiene", agrega.
En 'La vida negociable' están presentes los temas recurrentes en la producción del autor extremeño --"soy un escritor que siempre está moliendo el mismo grano y todas mis novelas tienen un aire de familia", dice-- pero aborda con mayor atención la cuestión de "la atracción que ejerce el mal y su normalización, como sucede con la corrupción que ya ni nos escandaliza", reflexiona.
CORRUPTOS FRENTE A PÍCAROS
En este sentido, y preguntado por las diferencias entre la picaresca y la corrupción, Landero cree que "el pícaro es un pobre diablo que se ve obligado a sobrevivir, mientras que el corrupto es un canalla que hace fechorías para enriquecerse". "Los corruptos son gente poderosa y los pícaros, pobres diablos", sentencia.
Por otra parte, el libro vuelve a ser una demostración de la atracción que este escritor siente "por la belleza de las palabras". Ha considerado que en el momento presente, con la enorme influencia de las tecnologías y las redes sociales, la escuela es "el único reducto que queda para enseñar bien el lenguaje".
"Debería haber un pacto entre la escuela y la sociedad, que ahora está roto, para no dejar a los niños expuestos a la influencia de la chabacanería de la televisión o la tontería de la mensajería o las redes", ha concluido.
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