Anne Perry atribuye los conflictos a las diferencias culturales y no religiosas

  • Madrid.- La escritora británica Anne Perry deja de lado el género negro en su última novela, "El brillo de la seda", para adentrarse en las luchas de poder y de religión en la turbulenta Constantinopla del siglo XIII y argumentar que los conflictos surgen de las diferencias culturales, y no religiosas.

Anne Perry atribuye los conflictos a las diferencias culturales y no religiosas
Anne Perry atribuye los conflictos a las diferencias culturales y no religiosas

Madrid.- La escritora británica Anne Perry deja de lado el género negro en su última novela, "El brillo de la seda", para adentrarse en las luchas de poder y de religión en la turbulenta Constantinopla del siglo XIII y argumentar que los conflictos surgen de las diferencias culturales, y no religiosas.

Considerada una de las grandes escritoras de la novela policíaca, Perry cambia de registro y traduce a la actualidad los acontecimientos de esta novela histórica, que presenta en España y que se sitúa en la Constantinopla asediada por las tropas de Carlos de Anjou, quien deseaba reunificar las iglesias ortodoxa y católica bajo su tutela.

"Si tomamos -explica en conversación con EFE- el caso del catolicismo romano y de la ortodoxia griega, ambas tienen como sustrato las enseñanzas de Cristo, por ello, permitir que los cultos se desarrollen de manera ligeramente distinta no es tan complicado, las diferencias estriban en lo cultural".

Y traslada la coyuntura del siglo XIII a la actualidad al citar el caso de Irlanda del Norte y apuntar que el conflicto que existe entre los católicos y los protestantes, o el que se da en Oriente Medio entre el Islam y el Cristianismo, estriba en sus diferencias culturales y no religiosas.

"Muchos conflictos los etiquetamos como religiosos cuando, en realidad, se trata de conflictos culturales, políticos y, en muchas ocasiones, de poder", asegura Perry, también conocida por su exitosa serie sobre la I Guerra Mundial.

El reto, asegura Perry, es "permitir al otro que no esté de acuerdo, que tenga su propio punto de vista. En el hecho de permitir la diferencia radica la madre del cordero".

Para la escritora las dificultades surgen al interpretar "las enseñanzas de acuerdo con nuestra propia visión de las cosas".

A las personas, considera la autora, por "naturaleza humana les gusta tener poder y decirle al otro qué es lo que tiene que hacer".

"El brillo de la seda" (Ediciones B) trata de la elección de una u otra fe y, sobre todo, plantea un interrogante: cuál es la línea que no se debe traspasar.

"La gran dificultad -apunta Perry- es que muchas veces necesitamos poder y seguridad, y la religión la utilizamos como excusa, nos sirve para justificar todo en nombre de la fe".

Convertida en una de las grandes damas del género negro, la autora revela que se sirvió de los personajes de sus famosos detectives victorianos Thomas Pitt y William Monk a la hora de construir la personalidad de Ana Zarides, una joven disfrazada de eunuco dispuesta a encontrar la verdad oculta tras el exilio de su hermano a Judea a raíz del asesinato del emperador Besarión.

La destreza emocional con la que presenta a sus personajes también se hace patente en la figura de Zoé Crysafés, la suegra de Besarión, a quien Perry describe como una "apasionada de la vida".

Si "El brillo de la seda" se llevase a la gran pantalla, "me encantaría que Sofía Loren interpretase el papel", confiesa Perry, a quien su afición por el cine la lleva en estos momentos a escribir un guión para una película, además de continuar con nuevas entregas de los detectives victorianos Thomas Pitt y William Monk.

Además, la escritora londinense, afincada en un pequeño pueblo de Escocia tras haber vivido varios años en Estados Unidos, confiesa su entusiasmo ante un nuevo proyecto literario que tendrá como protagonista el auge del fascismo en la Europa de 1930.

Y es que Perry se muestra preocupada por el auge de la extrema derecha, que considera "peligroso" y que nace "del miedo".

Anne Perry, siendo adolescente, fue condenada a prisión por haber matado, junto con su mejor amiga, a la madre de ésta, y en la actualidad enfrenta su pasado de cara, consciente de que este hecho ha marcado su carrera.

"Todas las cosas que ocurren en la vida dejan una impronta", dice a sus 72 años la escritora, para quien, "si uno no aprende del pasado, de alguna manera arroja por la borda su propia vida".

Mercedes Bermejo

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