Gleichmann recorre la historia de Europa a caballo de una familia imaginaria

  • Desde la Lisboa del siglo XII, hasta 1999, cuando agoniza en Oslo Ari Spinoza, último miembro de la estirpe de los Spinoza, el escritor Gabi Gleichmann traza la historia de esta familia judía en "El elixir de la inmortalidad" (Anagrama).

Barcelona, 23 oct.- Desde la Lisboa del siglo XII, hasta 1999, cuando agoniza en Oslo Ari Spinoza, último miembro de la estirpe de los Spinoza, el escritor Gabi Gleichmann traza la historia de esta familia judía en "El elixir de la inmortalidad" (Anagrama).

La obra, que mezcla el relato imaginario con episodios de la historia de Europa de los últimos 800 años, parte de un agonizante Ari Spinoza, que decide contar la historia de su familia tal como se la contó en Budapest su tío abuelo cuando era pequeño.

Ari plasma los destinos y misterios de su familia en una narración que serpentea a través de Europa y de los siglos, en los que los primogénitos varones de cada generación han guardado el secreto de la fabricación del elixir de la inmortalidad.

El poseedor del secreto se encontrará a lo largo de ocho siglos frente a la Inquisición, al Siglo de las Luces, la Revolución Francesa, la II Guerra Mundial, el Holocausto y el comunismo.

La Historia en mayúsculas se entrelaza con un Voltaire incapaz de resistirse a los encantos de la joven Shoshana, de sólo 17 años; un Hitler y un Stalin inmersos en una partida de ajedrez; o un Freud diagnosticando a un paciente a distancia.

Gleichmann, un periodista nacido en Budapest en 1954 que se mudó a los diez años a Suecia, trabajó posteriormente como periodista y fue presidente del PEN Club Internacional, se instaló en Noruega en 1998 con su mujer noruega y durante doce años se dedicó a criar a sus tres hijos.

El escritor ha explicado hoy en Barcelona que la inspiración de esta ópera prima exitosa surgió en el seno de su propia familia.

"A partir de la iniciativa de mi mujer, que había elaborado el árbol genealógico de su familia hasta 350 años atrás, me planteé que mis hijos necesitarían saber más sobre sus raíces judías, pero construir la genealogía de mi familia resultaba casi imposible porque era una familia muy dispersa por lugares que resultaron destruidos en las guerras y en el Holocausto", señala.

Fue así como decidió recrear su historia familiar a partir de su imaginación y escribir una novela que se remontara varios siglos: "La literatura nos permite devolver los rostros que se han ido desvaneciendo a lo largo del tiempo; su poder radica en que permite recuperar aquello que está más olvidado".

La novela partió de una mentira, cuando dijo a su amigo William Nygaard, el editor noruego de Salman Rushdie que fue tiroteado frente a su casa, que estaba escribiendo una novela después de tantos años de inactividad.

Aquella mentira le llevó a adquirir el compromiso de escribir la novela en seis meses y como familia escogió el apellido Spinoza, inspirado en su admirado Baruch Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII.

Por él, advierte, "siempre me he sentido atraído, porque era un gran pensador, que, junto con Shakespeare, cambió claramente Europa en el sentido de que fuera un continente más abierto que respetara la individualidad".

A partir de este apellido construyó la historia inventada de su familia, en la que hay "sangre, sueños, pesadillas, momentos históricos".

En mil años de historia de Europa, recuerda, "no sólo hemos tenido la Ilustración, Rembrandt, Mozart o la arquitectura modernista de Barcelona, sino que también ha habido represión, totalitarismo, reyes tiranos que asesinaban a la gente sin razón, la iglesia, comunismos, fascismos".

En la escritura de la novela había una motivación adicional: "el deseo de recuperar la cultura de los judíos seculares europeos de la Diáspora" y por esta razón, "El elixir de la inmortalidad" habla de la importancia de la pequeña minoría judía, al igual que otras minorías como los gitanos, los homosexuales o las propias mujeres".

Confiesa Gleichmann que, influenciado por la literatura latinoamericana, su intención era "escribir una novela total, en la que hubiera política, literatura, ciencia, pero no música", aunque cuando la escribió, en todo momento, escuchaba a Haydn.

Además de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, Gleichmann revela que también tiene como referentes "Las mil y unas noches" y el Kafka de "El proceso".

"No he escrito la historia de los judíos, sino mi historia de Europa desde el punto de vista de una familia judía", sentencia el autor, quien destila en las páginas de la novela una particular ironía.

Los derechos de "El elixir de la inmortalidad" se vendieron a doce países antes de ser publicada en Noruega y se ha traducido desde entonces a quince idiomas.

De su experiencia, Gleichmann deriva dos enseñanzas: he descubierto que soy un mentiroso y que nunca es demasiado tarde para escribir una primera novela".

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