París evoca al dandi de la literatura exótica francesa, Pierre Loti

  • Laura Bayarri.

Laura Bayarri.

París, 26 jun.- Las múltiples facetas del icono del exotismo literario de finales del siglo XIX, el escritor francés Pierre Loti, se muestran en París en una exposición que revela la crítica del artista a la sociedad occidental y su conducta con el resto de civilizaciones.

"J'arrive, J'aime, Je m'en vais", que podrá visitarse hasta el 29 de septiembre en el Museo Quai Branly, evoca la afección por la paradoja y las ambigüedades de este escritor, viajero, marino, académico y mundano, que revolvió las conciencias con su concepción "decadente" y "mortífera" de la antiguos imperios coloniales.

Archivos inéditos, fotos de la época, disfraces, vestidos y recuerdos personales dan forma a la percepción del mundo de Loti, en el que se entrelazaba la autenticidad ancestral con la pérdida de riqueza que entrañaba la progresiva desaparición de los pueblos indígenas.

Las reliquias de infancia del escritor, especímenes de historia natural entre los que sorprende una colección de conchas debidamente catalogadas, así como un ejemplar de la obra "Los dos océanos" -ambos expuestos para la ocasión-, inauguraron el espíritu viajero del joven Pierre Loti (1850-1923).

"Su hermano Gustave estuvo destinado en Tahití y, más tarde, en la Conchincina, desde donde le enviaba regalos de aventurero que Loti aprovechó en sus primeros pasos como escritor, pero también como decorador y costurero", declaró a Efe el comisario de la muestra, Claude Stéfani.

Durante su expedición por el Pacífico, entre 1871 y 1872, el novelista presenció la "destrucción de una población única" y procuró, a través de sus dibujos, conservar la memoria de los lugares y personas que había conocido.

"Esta experiencia fue decisiva en su concepción del papel que jugaba la civilización occidental sobre el resto del mundo. A partir de entonces se empeñó en transmitir una imagen de Europa en declive", explicó el comisario.

En Tahití, donde el viejo mundo polinesio había sucumbido mucho tiempo atrás, su estancia tomó, no obstante, una dimensión más afectiva, plasmada en "El matrimonio de Loti" (1880), una historia de amor entre un marino inglés y su compañera Rarahu.

Pese a que la heroína responde a la tradición narrativa de personaje romanesco, el resto de protagonistas, el contexto y las fieles descripciones, confieren al relato el valor de un testimonio histórico incuestionable.

La ambivalencia de Loti por China se evidenció en "Los últimos días en Pekín" (1901), obra en la que se mezcla la fascinación y repulsión con un trasfondo de total incomprensión.

"Detalló la destrucción y estigmatizó los deplorables efectos de las aspiraciones de la grandeza extranjera sobre el país, a la vez que rechazó la barbarie de los insurrectos chinos", comentó Stéfani.

Las extravagancias de Pierre Loti traspasaron sus libros para instalarse también en su estilo de vida, juzgado por algunos de sus contemporáneos como "rebuscado, evanescente y remilgado".

Siempre manifestó un gusto acentuado por la interpretación y los disfraces; por eso, se hizo fotografiar con el vestido de Osiris, una indumentaria aparatosa a la par que espectacular, hecha a medida para un baile de 1887 y exhibida ahora en París.

Sus disfraces eran el testimonio del espíritu libre, el carácter sarcástico y la aparente inocencia de Loti. Sin embargo, nunca accedió a hacer burla del amor maternal así como del cuerpo de marines, por los que siempre demostró un gran respeto, convirtiéndolos en protagonistas de muchos de sus relatos.

Su morada, en la ciudad francesa de Rochefort, fue restaurada con decorados que evocaban el Magreb o el desaparecido Imperio Otomano.

Si jugaba a estar en Constantinopla o en Algeria, era menos por el gusto del viaje "inmóvil" que por el placer de recordar los lugares y los seres que había amado anteriormente, una manera ilusoria de retrasar el "plazo fatal" que tanto temía.

"El miedo a la muerte marcó toda su obra, y únicamente encontró un paliativo a esta agonía paralizando todos los momentos de su existencia, empaquetándolos y etiquetándolos", observó Claude Stéfani.

Tras su verdadero fallecimiento, en 1923, fue olvidado y juzgado como un traidor por influyentes autores como el mismo André Breton. Sin embargo, el prestigio de la literatura de viajes del último cuarto de siglo han renovado el interés por este dandi contrario al colonialismo.

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