Periodista Cristina Hernández explora vejez a través de once intensas vidas

  • Irene Dalmases.

Irene Dalmases.

Barcelona, 6 jul.- Poco después de soplar cincuenta velas en su pastel de cumpleaños, la periodista Cristina Hernández empezó a explorar la vejez de la mano de once personas con intensas vidas, desde el fallecido Moisès Broggi a Eduard Punset, lo que ahora refleja en el libro "Bailar con los ojos cerrados" (Plataforma).

En una entrevista con Efe, la autora de Súria (Barcelona), con una larga trayectoria en TVE, reconoce que con estas entrevistas también ha querido preparar el camino de su propia vejez "buscando el ejemplo de personas que la estaban o la están viviendo con la máxima intensidad y alegría".

El cirujano Moisès Broggi, la monja de clausura Eulàlia Bofill, la enfermera Neus Català, el activista político Marcos Ana, el psiquiatra Claudio Naranjo, la bailarina cubana Alicia Alonso, los escritores Ramiro Pinilla y Ana María Matute, el divulgador científico Eduard Punset, el filósofo Salvador Pániker y el pintor Antonio López son los protagonistas de la obra.

Armada únicamente con una grabadora, Hernández se sentó, entre marzo de 2012 y noviembre de 2013, con todos los personajes durante una hora y charló sobre sus vidas, transcribiendo, posteriormente, lo que allí se dijo, sin cambiar palabras ni resumir respuestas.

Como si fueran acotaciones teatrales, la periodista incluye los momentos de silencio, un carraspeo o unas risas, y describe el lugar en el que se encuentran, la mayoría de las veces en el salón de sus casas.

Preguntada sobre la elección de los entrevistados, indica que es totalmente "aleatoria", en función de su propio interés por ellos, pero ha tenido en cuenta que hubiera un "amplio abanico de profesiones y de edades, porque no es lo mismo contar 103 años, como los que tenía Broggi en ese momento, que los 73 de Punset, el más joven".

Todos ellos, a su juicio, son personas que saben "aceptar las pérdidas propias de la edad y que la felicidad, siguiendo la máxima de San Agustín, consiste en coger con alegría lo que la vida da y dejar ir con alegría lo que la vida se toma".

Asimismo, considera que los entrevistados son la demostración de que la felicidad puede aumentar con la vejez, "una vez se ve que no es necesario demostrar nada a nadie".

De la experiencia, en la que en ningún momento se elude una cuestión como la muerte, Cristina Hernández ha aprendido que "lo importante es centrarse en el presente, lo único con lo que contamos, donde están todas las posibilidades".

Asimismo, considera que es necesario "vivir con intensidad, dejando los miedos, aprendiendo a comunicarnos, a mostrarnos tal como se es y que al final, como dijo Moisés Broggi, lo único que queda es el rastro de amor que has podido dejar".

Respecto al título de la obra, "Bailar con los ojos cerrados", apunta que aparece en la entrevista con Alicia Alonso, una mujer que escogió bailar por encima de todo, incluso tras quedarse ciega. "Viene a decir que hay que bailar y expresarse hasta el último minuto", apostilla la autora.

Por otra parte, Cristina Hernández dedica el libro a sus padres, Raimundo y María, "lo que es una manera de decir que tanto nuestros progenitores como nuestros abuelos deben estar en un pedestal, lo que no ocurre, porque en nuestra sociedad están arrinconados". "Hay que darles las gracias a nuestros mayores y mirarles a los ojos", concluye.

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