Ignacio Elguero novela la generación del "baby boom" y su banda sonora

  • Manuel Carretero.

Manuel Carretero.

Madrid, 19 feb.- Perdieron la virginidad con los luminosos sones de Supertramp de fondo, decidieron ser periodistas viendo en televisión a "Lou Grant" y ahora se reencuentran con sus amigos del instituto gracias a Facebook para comprobar en qué quedó realmente "todo aquél mundo que creían que les tocaba vivir".

Así son los protagonistas de la novela "Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana", en la que el periodista y escritor Ignacio Elgero (Madrid, 1964) ha novelado su generación, la del "baby boom", para reflexionar sobre "el paso del tiempo" recurriendo a "esa parte lúdica de iconos que tuvo nuestra juventud y nuestra infancia", explica en entrevista con Efe.

"La nuestra es una generación más de iconos que de banderas", apunta el periodista, director de programas de RNE y conductor en la radio pública del programa literario "La estación azul", que ha preferido abrir nuevos caminos para contar aquélla época "sin entrar en los tópicos de la Transición".

La protagonista de su novela, Teresa, es una mujer de 49 años -"ese momento en que se empieza a dejar atrás la juventud", apunta el autor- que comienza a rebobinar su vida cuando en una mudanza familiar descubre un póster del ídolo juvenil de los setenta Leif Garrett, y piensa "en todas las ilusiones que se han quedado por el camino".

Teresa se convierte en conductora de un viaje por las vivencias más íntimas de esa generación, como el descubrimiento del sexo o el amor, "el desencanto amoroso" y las urgencias del "reloj biológico" ante la maternidad; y también las propias de una sociedad que se sorprende con la llegada del divorcio o de las drogas.

Elguero ha querido que toda esta "reflexión sentimental y emocional" surja de la visión de una mujer que, en su opinión, siempre será mejor que la de un hombre", sobre todo si está acompañada de "un grupo de amigas".

Y todo ello profusamente acompañado en las páginas de la novela por referencias y letras de canciones de iconos juveniles como Leif Garret o Shaun Cassidy, y también de artistas y grupos emblemáticos, desde los Bee Gees, Supertramp o Fleetwood Mac, a Umberto Tozzi, Francis Cabrel o Jackson Browne.

En esta auténtica "banda sonora" de la época también hay momentos de efervescencia roquera con Depp Purple, Rod Stewart o David Bowie, y de reflexión íntima junto a Jacques Brell, Victor Jara, Edith Piaf o Adamo.

Mientras, los personajes de la novela ven en televisión series con más iconos juveniles, como "Con ocho basta", "Los ángeles de Charlie" o "Fama", y otras que "llevaban a muchos jóvenes en los 80 a elegir su carrera profesional", como "Lou Grant", de periodistas, o "La ley de Los Ángeles", de abogados.

El cine apuntala también el relato con los puntos cronológicos de estrenos como "El planeta de los simios", "Grease", "Regreso al Futuro" o "Nueve semanas y media", aunque el autor reconoce que "nada tiene un poder evocador más potente que la música".

No obstante, el autor no ha querido incluir en la novela la famosa movida de los 80, a pesar de que él mismo participó en ella en Madrid con su grupo; "al fin y al cabo la movida era minoritaria, mientras que a Umberto Tozzi lo conoce todo el mundo porque sonaba en la radios a todas horas", apunta.

Todo un repaso sentimental a un época que el autor ya trató en sus ensayos "Los niños de los Chiripitifláuticos" (2004) y "!Al encerado!" (2011), y al que ahora espera sumar público más joven porque la novela refleja temas "universales", como "el pánico infantil a la desaparición de los padres, los miedos adolescentes al amor o los temores juveniles a ubicarse en la vida y en el trabajo".

La novela transita por tiempos en los que todavía "había novios de verano", pero, como no podía ser de otra manera, acaba en Faccebook, medio por el que los protagonistas vuelven a contactar con sus amigos de la infancia para comprobar "qué querían ser y qué son", concluye el autor.

Teresa, la protagonista, al menos se queda con la parte "luminosa" de la historia, en un mensaje optimista muy lejano del auténtico final de Leif Garrett, que dilapidó su imagen de rostro angelical con varias detenciones por su adicción a las drogas.

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