Rahali, el Cantinflas marroquí

  • Se ganó el apodo del Cantinflas marroquí en 1952, cuando quedó ganador en un concurso organizado por una marca de mantequilla española en el Teatro Cervantes de Tánger.

Marta Miera

Rabat, 23 sep.- Se ganó el apodo del Cantinflas marroquí en 1952, cuando quedó ganador en un concurso organizado por una marca de mantequilla española en el Teatro Cervantes de Tánger.

Pero su verdadero nombre es Mohamed Rahali: tiene 77 años, es alto, delgado, con un pequeño bigote, siempre peripuesto con su camisa blanca, pajarita negra y americana o chaleco paquistaní, y con sus chistes conquista a cualquier cliente del café Balima, un céntrico local de Rabat.

"Chamaca, ahí no más ¿cómo vamos de ajo? Bien señor, he echado dos dientes. ¿Ah, sí? pues échale toda la dentadura". Este chiste es uno de los clásicos de Rahali, que acostumbra a contar mientras coloca sobre las mesas de su "público" un puñado de frutos secos por 20 dirhams (unos dos euros).

A Cantiflas lo aprendió a imitar a base de ver todos los estrenos en los cines de Tánger, cuando la ciudad tenía estatus internacional y las entradas costaban "un real".

Películas como "Volar joven" o "Ni sangre, ni arena" le permitieron aprender los diálogos, perfeccionar sus gestos y su acento, para después demostrar así sus artes interpretativas en aquel concurso que le hizo famoso, principalmente entre la colonia española de Tánger.

Las historias de gran parte de su vida las sitúa en los años del protectorado español en Marruecos (que terminó en 1956), y entre una y otra aparecen personajes como el torero Manolete, el actor y cantante Antonio Molina o el también diestro Jose Luis Miguel Dominguín. A unos los conoció, a otros los admiró.

Una época que alimenta todos sus recuerdos y en la que "a pesar de hacer buenos amigos existía mucha distinción de raza y los jefes del Gobierno tenían muy malas pulgas", explica.

Rahali aprendió español en el colegio "Casa Riera, Sagrado Corazón de Alfonso XII" de Tánger, ya que por aquel entonces, dice, "el árabe no servía para nada".

"También durante Navidad solía salir con los españoles que se referían a mi como 'Rahali, el que imita a Cantinflas'", recuerda.

Sus imitaciones le permitieron actuar junto al humorista español Miguel Gila, participar en una radio que emitía en castellano y acudir cada año a la fiesta que celebraba la comunidad española en un club de la capital marroquí donde él representaba al cómico mexicano.

Tras la Independencia de Marruecos en 1956, Rahali dejó su puesto en las Oficina de Correos de Tánger y se marchó a Rabat donde siguió interpretando a Cantiflas y vendiendo cacahuetes.

"Tú siempre venderás cacahuetes, no sirves para ser cartero", le espetó durante una visita a Marruecos el jefe de Correos de la dirección general de Madrid.

Y así fue. Desde que llegó a Rabat, hace 55 años, Rajali, el que imita a Cantiflas, recorre los cafés de la Avenida Mohamed V, principal arteria de la ciudad, con una caja llena de frutos secos colgada al hombro.

"No me da para ser rico, pero sí para ser un pobre rico", comenta, para acto seguido soltar otro de sus chistes.

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