Propaganda de los defensores de Sendero Luminoso se extiende por Suramérica

  • El Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), defensor y heredero de la ideología del grupo terrorista Sendero Luminoso, se esfuerza en extender su propaganda por suramérica, incluso a través del muralismo.

Fernando Gimeno

Lima, 5 nov.- El Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), defensor y heredero de la ideología del grupo terrorista Sendero Luminoso, se esfuerza en extender su propaganda por suramérica, incluso a través del muralismo.

El embajador de Perú en Argentina, Nicolás Lynch, dimitió el domingo tras conocerse que recibió a dirigentes de este grupo que pide la amnistía y excarcelación del fundador de Sendero, Abimael Guzmán, y del expresidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) para una "reconciliación nacional" tras la guerra interna de 1980 a 2000.

Recientemente representantes del Movadef también se reunieron con las madres de Plaza de Mayo en Argentina y en México desplegaron pancartas frente a la embajada del Perú en este país.

A propósito de esta circunstancia, el sociólogo Gonzalo Portocarrero advirtió a Efe la existencia de murales en varios países de Suramérica que difunden las propuestas del Movadef al escenificar la lucha armada y el pedido de amnistía.

Estos murales en Perú, Argentina, Chile y Bolivia muestran una población armada homogénea, agraria, de rasgos andinos, retratada como masa uniforme, que rompe "las cadenas del capital y las máquinas destructoras" de la naturaleza para enfrentar a un "poder satanizado".

Esta es la esencia del mural "Por la libre autodeterminación de las naciones y los pueblos", del artista peruano Olfer Leonardo, en San Cosme (Argentina), y que Portocarrero ha analizado con otras obras suyas.

Olfer se definió "en cierto modo, como activista del Movadef" en una entrevista a la radio en línea Perspectiva internacional y reveló que su inspiración fue "el profesor de arte Félix Rebolledo, que falleció en 1986 en prisión, acusado de terrorismo".

"El Movadef nos dio mayor luz para nuestra labor en el campo visual y ahora sufre una persecución política de quienes les duele que se expanda, crezca, tenga bases jóvenes y repercusión en el extranjero", señaló.

Para Olfer su tarea es "conquistar muros públicos" y mostrar que "la amnistía es la única solución política al conflicto interno" y así crear una memoria que no sea unilateral.

Así en Benito Juárez (Buenos Aires) pintó a una multitud en gesto violento tras una pancarta de "Derechos Fundamentales" que rompe cadenas y se dirige a rescatar a unos congéneres suyos enjaulados. Entre medias aparece la leyenda "Amnistía general para el Perú".

En opinión de Portocarrero es una estrategia para volver a la lucha armada "ya que los rostros de las pinturas no dan oportunidad al entendimiento y al diálogo, sino a la confrontación armada para destruir a un oponente satanizado".

Portocarrero consideró que este grupo mantiene un "fundamentalismo indígena y étnico" y un discurso de derechos fundamentales que, a su juicio, "es muy traicionero" en países como Argentina, donde "lo asimilan fácilmente con la represión a su movimiento guerrillero, pero son dos cuestiones muy distintas".

Este sociólogo es autor del libro "Profetas del odio", que analiza el carácter religioso y dogmático del "pensamiento Gonzalo", ideado por Guzmán con una base marxista-leninista-maoísta.

Pero a diferencia del desprecio de este por la cultura andina, "ahora se recuperan elementos de su cosmovisión como la preocupación por el medio ambiente y la mitificación de personajes como el inca Túpac Amaru II y su esposa Micaela Bastidas, exhibidos como mártires", dijo el experto.

Así en Cosquín (Córdoba, Argentina), existe un "Apoteosis de Túpac Amaru II", que aparece "amenazante con su puño" para encabezar a caballo una muchedumbre andina levantada en armas.

Para el sociólogo hay una "glorificación de la violencia" en las pinturas de este artista, que también tiene obras en homenaje a la clase obrera de San Miguel (Santiago de Chile) y a la inmigración trabajadora a Caleta (Bolivia), entre otras.

Otros murales suyos homenajean a las víctimas de la violencia del Estado peruano, como ocurre en el estadio de Huanta (Ayacucho), uno de los lugares más emblemáticos del conflicto interno que provocó unas 70.000 víctimas, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CMV).

Portocarrero concluyó que estas pinturas son de "un excelente muralista" pero "no construyen nación" y, más bien, buscan la "radicalización de conflictos sociales" con una imagen ecologista "más amable" para llegar a la juventud universitaria y cultivada que está "ávida de ideales".

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