"Después del desahucio es imposible quitarte la etiqueta de moroso"

  • Más de 40.000 familias, pese a múltiples esfuerzos, no pudieron hacer frente al pago de su hipoteca el pasado año y acabaron perdiendo la casa. A partir de ese momento su vida se convirtió en una lucha continua contra los bancos y una sociedad que les había colgado el cartel de "morosos".

Afectados por la Hipoteca e 'indignados' paralizan el segundo intento de desahucio de una familia en Getafe
Afectados por la Hipoteca e 'indignados' paralizan el segundo intento de desahucio de una familia en Getafe

Lamín está asomado a la ventana de su apartamento en Usera, el semblante se le entristece, desde ella puede ver la que hasta hace tres meses era su casa. El 18 de enero este joven de Mali fue desahuciado. Hoy vive junto a su familia en un piso de alquiler por el que paga 500 euros al mes. "Ver la casa cerrada, que no hay nadie dentro y yo aquí, no sabes cuánto duele", afirma el joven.

A Isabel le hierve la sangre cada vez que ve cómo la casa de su madre ha pasado ahora a otras manos. "Estuvo 34 años en ese piso, mi hermana y yo nos criamos allí junto a ella porque mi padre falleció joven. Tuvo que trabajar muchísimo para sacarnos adelante para que luego venga el banco y te la quite", lamenta.

Lamín e Isabel son dos historias de las más de 40.000 familias que no pudieron hacer frente a sus hipotecas el pasado año y acabaron desahuciados. Desde que dejaron de pagar hasta que pierden las llaves de su hogar pasan varios meses de angustia y búsqueda.

"Pasé meses buscando un lugar donde vivir con mi familia", afirma Lamín, "nos ayudaron vecinos del barrio, la plataforma de afectados por la Hipoteca y la de Usera pero nadie quería alquilarme, es imposible quitarse la etiqueta de moroso."

Ambos coinciden en que el día que fueron desalojados fue uno de los más duros de sus vidas. Sin embargo, el drama sólo acababa de empezar. A partir de ese momento a sus espaldas portaban una dura carga: una deuda por la que ya no recibirán nada a cambio y que están luchando para que desaparezca.





"No he conseguido la dación en pago. La deuda sigue estando en un cincuenta por ciento del valor", explica Lamín. "No me la han reclamado todavía pero es muy agobiante saber que en cualquier momento pueden pedírmelo. Estoy recogiendo firmas y mis vecinos también para que me la cancelen".

Isabel se siente indefensa ante la situación que se le plantea ahora. La entidad con que contrató el préstamo, General Electrics, ya no existe pero siguen reclamándole el pago. "Imagínate como te quedas sabiendo que la entidad ha desaparecido pero que tú sigues debiendo cantidades a no se sabe dónde. Eso sí, siguen ejecutando pisos que los van pasando a subasteros".

El 15 de noviembre fue la segunda vez que Isabel sufría un desalojo. El primero lo vivió junto a su ex marido, el de su madre fue consecuencia de éste ya que Isabel la había puesto como avalista. "Me entra muchísima rabia, yo me pregunto pero ¿para qué queréis tantas viviendas?"

Madre e hija comparten ahora una habitación en casa de una vecina suya en Getafe. Paga 320 euros y tiene una deuda acumulada 384.000 euros por un piso que se ha vendido por 150.000. "Nos mantenemos con la pensión de mi madre de 460 euros. Imagínate el plan que tenemos", afirma, "no tengo trabajo porque no te dan ni la opción. Te dicen que hagas cursos, pero ¿cómo los vas a hacer si no tengo dinero ni para desplazarme a Madrid?".

Desde este viernes, las familias que tengan todos a sus miembros en paro podrán evitar el desahucio de sus viviendas si su valor no supera los 200.000 euros. Ahora bien, eso sólo será posible si las entidades que concedieron sus hipotecas se adhieren a un código de buenas prácticas.

Las asociaciones que luchan contra el desahucio aseguran que el "código de buenas prácticas" aprobado por el Gobierno no ha supuesto nada "nuevo". "La dación en pago de carácter voluntario ya está contempladas en el ordenamiento jurídico actual con el resultado de sobras conocido", explican desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

"Si entramos a analizar en detalle los criterios y requisitos que deberán cumplir las personas afectadas para acogerse a la medida aún en el supuesto de que todas las entidades financieras decidiesen adherirse a dicho código, la inmensa mayoría de familias quedarían fuera", remachan.

Tanto Lamín como Isabel sueñan con el día en que acabe el calvario que están viviendo. "Mi madre, la pobre, ha pasado de tener la casa pagada a perderla con 58 años que tiene, está en lista de espera de trasplante de hígado y ahora tiene bronquitis asmática y todo producido por todo esto".

Por su parte, Lamín mantiene la esperanza, ha vuelto a trabajar y aunque con su sueldo, 800 euros, tiene que hacer malabares para mantener a su mujer, a sus dos hijos y pagar el alquiler, espera que su recogida de firmas para acabar con la deuda que mantiene con el banco dé frutos.

"De momento he conseguido 130, pero queremos pedir ayuda también por Internet". Sin embargo, Lamín lamenta mientras dirige la mirada a su antigua casa: "Es muy duro, ver que he intentado todo, que he puesto todo mi empeño y que al final el resultado es este, que yo estoy de alquiler y que mi casa ya nunca será mía".

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