El método Waldorf: cómo educar a los niños sin ver la televisión ni jugar con videojuegos

  • La creatividad, la solidaridad y la confianza en uno mismo, son algunos de los valores que año tras año tratan de inculcar las 41 escuelas Waldorf que hay en nuestro país.

Fotogalería:Las caras famosas del método Waldorf

Raquel está haciendo su mochila para ir al colegio, este año estudiará primero de primaria. Junto a los cuatro libros de texto de las asignaturas que tiene hoy (lengua, mate, inglés y conocimiento del medio) introduce los cuadernos, el lápiz y la consola portátil con la que juega en el trayecto hasta la escuela.

Nicolás, su vecino, también está preparando su cartera. En ella mete las ceras de colores ecológicas, la flauta y el coche de madera que le han hecho sus padres. Además, hoy le toca hacer pan en clase, así que se lleva su delantal. El pequeño también comienza este curso primero de primaria pero él lo hará a través del método Waldorf.

'En los primeros años, lo que hace este método es propiciar el juego libre, la creatividad, trabajando en todo tipo de artes para que los niños puedan expresar sus emociones, sus sentimientos y para que vayan aprendiendo de la forma más natural posible sin necesidad de estar sentados en una silla', afirma Javier Quílez, educador del método Waldorf.

Mamá, ¿Por qué no me trajiste aquí desde el principio?

El hijo de Catia tiene 15 años, hasta los diez estuvo acudiendo a un centro de enseñanza privada en Madrid. 'Sacaba buenas notas, pero yo le veía muy triste, muy deprimido...' afirma la madre, 'empecé a buscar otras alternativas y llegué a conocer esta metodología. Así que en octubre, con el curso iniciado saqué al niño del cole y me lo traje a una escuela Waldorf. Mi hijo el primer día cuando salió de clase me dijo: -Mamá, ¿cómo se te ha ocurrido no traerme aquí desde el principio?'

Al entrar en el centro, el hijo de Catia notó muchas diferencias con respecto a su anterior escuela: aulas pintadas en suaves tonos pastel, profesores que saludaban uno por uno a cada uno de los alumnos de la clase al entrar en ésta, canciones interpretadas por toda la clase con acompañamiento instrumental o lecciones donde nunca se alzaba la voz.

'Él es feliz en el colegio. La forma de estudio es muy diferente, trabajan por periodos, no van de una asignatura de una hora a otra. Según el momento, dedican alrededor de un mes a un materia principal que van cambiando. Eso sí, semanalmente hay matemáticas y lengua además de idiomas y artes', explica Catia.

Y es que, si algo diferencia al método Waldorf, es que además de impartir los contenidos educativos de cualquier otro centro oficial, incluye también asignaturas artísticas (música, danza y movimiento, teatro, pintura...) y trabajos artesanales en proyectos con diferentes materiales (lana, hilo, costura, barro, madera...)

El objetivo de ello, tal y como explica Antonio Malagón, Presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf de España, es 'que cada niño despliegue su propia individualidad con ayuda de sus talentos y apoyándolo en sus dificultades'.

Además, para que los profesores puedan hacer un seguimiento personalizado de cada alumno y llegue a conocerles en profundidad, se mantiene el mismo maestro-tutor en los seis años de la Educación Primaria e, igualmente, otro tutor en los seis años de Educación Secundaria y Bachillerato.

'Así se afianzan los vínculos humanos para la buena convivencia' comenta Malagón. 'De esta manera, se presta especial atención al momento evolutivo y madurativo de cada niño para darle su tiempo en sus procesos de desarrollo'.

Padres, alimentación, niños y artilugios

Sólo hay un requisito que debe cumplir todo pupilo del método Waldorf: que sus padres estén decididos a implicarse varias horas a la semana en su educación. De hecho, es común que los niños se diviertan con los juguetes (todos con materiales naturales) que les han hecho sus progenitores.

'Los chavales tienen que entender que tanto los maestros, como la comunidad educativa y los padres, trabajamos todos en la misma dirección' afirma Quílez, 'por ejemplo, el hecho de que los más pequeños cocinen pan sirve no sólo para trabajar su destreza manual, sino para crear un olor y una sensación hogareña'.

De la misma manera, estos centros confieren una enorme importancia a la alimentación de los chavales y al respeto del medio ambiente. Así dentro de las aulas todos los juguetes están hechos con materiales respetuosos con el medio ambiente y en el comedor sólo se sirve comida ecológica.

Sin embargo, hay algo que este método no ve con buenos ojos: todo lo relacionado con la televisión, los videojuegos, videoconsolas...'Depende de cada escuela pero es cierto que se recomienda que no la vean', explica el maestro, 'la idea es que si un niño pequeño ve en la televisión un tren, le acaban de dar una imagen de cómo sería éste y él no llega a la conclusión de que uniendo este coche, con este otro, a lo mejor puede hacerlo'.

De una fábrica de cigarrillos al aula

Pese a lo lejana que es la filosofía Waldorf de cualquier hábito que pueda deteriorar nuestro organismo, lo cierto es que su origen se encuentra en una fábrica de cigarrillos. En 1919 Rudolf Steiner mantuvo un encuentro con los trabajadores de la Industria Waldorf Astoria, en Stuttgart, (Alemania) en el que les habló de la necesidad de una renovación social. El dueño de la fábrica, impresionado por su discurso, le pidió a Steiner que se encargase de establecer y dirigir una escuela para educar a los hijos de los empleados de su empresa.

Así nacía la primera Escuela Waldorf. Hoy el germen de aquella educación se ha extendido en cerca de 40 países y 1000 centros (41 en España). De hecho, la Unesco junto a los gobiernos de Irlanda, Austria o Alemania, entre otros, apoyan y promueven este método educativo.

Idiomas, solidaridad y precio

'Mi hijo no está comido por la ansiedad de esta sociedad tan competitiva. Es un método que crea personas solidarias, comprensivas, relajadas, seguras y que conocen sus puntos positivos' afirma Catia, aunque admite que sí que encuentra algunas deficiencias: 'a los idiomas le dan poca importancia, le dan importancia al alemán pero se la restan al inglés y al final ni uno ni otro, los niños acaban necesitando un refuerzo'.

Al contrario de lo que sucede en otros países como Suecia y Finlandia, donde los centros Waldorf son públicos, en España se han ido creando como pequeñas cooperativas entre padres y maestros. Sin embargo, destacan que no se trata de un educación 'para ricos': 'Hay padres que no tienen muchos medios y son ayudados por otros padres o por la misma escuela haciendo mercadillos solidarios, talleres...' afirma Quílez.

'Ellos intentan que sea lo menos caro posible porque no es una empresa', afirma Catia, 'teniendo en cuenta que es un colegio privado, nosotros pagamos el año pasado por la educación de mi hijo en torno a los 400 euros'.

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