'Angrois, en el olvido', el documental de una tragedia que quemó la retina

  • Más de un año después de la tragedia ferroviaria que descarriló el ánimo, profesionales de los servicios de urgencia, personas anónimas que colaboraron en este rescate y las víctimas hablan en el vídeo titulado 'Angrois, en el olvido', que hoy se estrena, de ese recuerdo terriblemente amargo.

Ana Martínez

Santiago de Compostela, 28 nov.- Más de un año después de la tragedia ferroviaria que descarriló el ánimo, profesionales de los servicios de urgencia, personas anónimas que colaboraron en este rescate y las víctimas hablan en el vídeo titulado 'Angrois, en el olvido', que hoy se estrena, de ese recuerdo terriblemente amargo.

En una curva maldita, la de A Grandeira, el impacto de un tren Alvia acabó con muchas vidas, partió a la mitad otras tantas, dejó estampas que queman la retina y solo los que pelearon contra la adversidad saben del enorme sacrificio que supuso su hazaña ante un accidente con toda su crudeza y decibelios, con topetazo, llanto y muerte.

'Lentes Diverxentes' es el colectivo audiovisual que impulsa esta pieza, que esta noche se emite en Compostela dentro del festival 'Cineuropa', y Susana Suárez, una de las portavoces, ha señalado a Efe que existía la necesidad de contar un siniestro que ha demostrado que al final "todos somos vulnerables, aunque estemos en el primer mundo".

Lo sabe la gallega Esperanza Fernández, una de las participantes en este documental, que en Angrois perdió a su padre y a su cuñada. A bordo de ese convoy viajaba también su hermano, que sufrió graves quemaduras y estuvo ingresado bastante tiempo en A Coruña.

"Nos plantearon la idea del vídeo y nos hicieron solo una pregunta. Empecé a contar lo que se me venía a la cabeza", ha relatado, y ha mostrado su estupefacción ante el hecho de que se quiera achacar al maquinista Francisco José Garzón Amo toda la responsabilidad, algo que a ella le molesta.

Se intenta "pasar página", pero eso solo es posible para los damnificados, que han de ser tratados con verdad, reparación y justicia.

Ella ha vuelto a la 'zona cero', pero no así otras personas que no han podido, y no le extraña porque "cada vez que ves las vías es imposible que no venga a la cabeza" aquella fatídica noche del 24 de julio de 2013.

El portavoz de la plataforma 04155, Jesús Domínguez, recuerda en el vídeo que si te engañan "todo resulta más doloroso" y Laura del Moral coincide en que "al dolor que hemos tenido y que tenemos las víctimas se une también "la rabia de ver cómo impiden que se sepa la verdad, trabajando para lo contrario, para ocultar la verdad y eludir responsabilidades".

Si a alguien molesta esta actitud es a Carlos Vázquez Padín, que no olvida cómo allí se dejó la vida su madre, una información que tuvo eco y que él no ha sido capaz de leer: "Tengo periódicos comprados de aquellos días que todavía no he leído".

¿La razón? "Es muy difícil de digerir".

Celso González, otro de los afectados, lo corrobora: "Todo queda ahí en la mente. Para el resto de la vida, y afecta psicológicamente. Hay que llevarlo lo mejor posible, convivir con ello, como uno pueda. Es lo que queda".

No obstante, es tarea harto complicada, incluso para los que son profesionales. El médico forense Benito López considera que "mucha gente piensa que nosotros estamos acostumbrados y no es cierto".

Lo es que ven muchas desgracias, pero en su trayectoria nunca había pasado por un accidente de más de seis víctimas, y por ello rememora todo aquello como una "situación dramática" en la que vio a seres humanos "caminando como zombies", ejemplifica, "deambulaban más que caminaban".

"Siento que he estado como en una nube donde no había ni tiempo ni espacio", resume.

La misma que se apoderó de la psiquiatra Chus García, a la que le tocó la dura circunstancia de ayudar con la información. Ella afirma que las personas tienen "cosas terribles y otras absolutamente estupendas", y por lo segundo aquel día quedó reconciliada con la humanidad.

Los policías Manuel Carballo y José Luis Vázquez se sintieron desbordados por la cantidad de muertos y no tuvieron otro remedio que separar los sentimientos del trabajo ante una "magnitud jamás vivida, algo terrible, muy duro".

La doctora Carmen Varela menciona la solidaridad y el compromiso con la profesión, dado que compañeros que no tenían que trabajar lo hicieron, y esta misma actitud la remarca Chelo Gómez, de la brigada de socorro de Renfe, quien puntualiza que todo fue "muy triste" y tremenda "la desgracia que ves".

Tati Romero y Checho González fueron dos de los héroes anónimos que instintivamente cooperaron, y él confiesa que todavía hoy tiene esa sensación de que fue con los ojos cerrados, "porque aunque los tenía abiertos, yo iba con ellos cerrados, y eres bombero, policía, médico... Entiendes de todo y no sabes de nada. No te pones a pensar en nada, en si vas a salir herido tú, si va a pasar algo... Solo en que cuanta más gente puedas sacar con vida, mejor".

Ella desearía "borrar" esa situación, pero si volviese a vivirla se comportaría exactamente igual.

Por Angrois toma voz uno de los vecinos, Anxo Puga, un hombre que no oculta que en este barrio compostelano, pegado a las vías, "hay una cicatriz, algo que simboliza lo que pasó. Eso es inevitable. No somos capaces de poner una cortina, esquivar lo que ahí pasó".

No solamente él, sino muchos otros, para regresar a su rutina diaria han tenido que alejarse mentalmente de ese trazado.

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