El buque Aquiles y su arquitecto se reencuentran en la Antártida

  • Sergio Ostornol fue el encargado de diseñar y construir el buque Aquiles de la Armada chilena a mediados de los años ochenta, pero nunca había navegado en la nave, una deuda que ha saldado este año con un paseo por las gélidas aguas de la Antártida.

Gerard Soler

Shetland del Sur (Antártida), 1 feb.- Sergio Ostornol fue el encargado de diseñar y construir el buque Aquiles de la Armada chilena a mediados de los años ochenta, pero nunca había navegado en la nave, una deuda que ha saldado este año con un paseo por las gélidas aguas de la Antártida.

Acompañado a bordo por su esposa y algunos amigos, este ingeniero naval y exmarino de 74 años cierra en el "continente blanco" un círculo que se inició hace más de tres décadas en el astillero de la Armada, en la ciudad de Talcahuano.

"Me parece espectacular ver cómo somos cerca de 300 personas y la vida transcurre de modo normal. Es una casa flotante en la que todo funciona y lo hace de maravilla", cuenta Ostornol a Efe en el bar del Aquiles, mientras varios pasajeros toman un aperitivo y charlan relajadamente.

El buque navega estas semanas por las islas Shetland del Sur y la península antártica para prestar apoyo a los científicos e investigadores que participan en la 51 edición de la Expedición Antártica Chilena, organizada por el Instituto Antártico Chileno (INACH).

Entre los pasajeros y los cerca de 105 miembros de la tripulación hay un pequeño grupo de invitados, como Ostornol, que solicitó a la Armada que le diera la posibilidad de navegar por primera vez en la embarcación que él mismo diseñó.

"Mandé una carta a la Armada. Les dije que había tenido esa posición y el orgullo de haber construido el barco, pero nunca había tenido la posibilidad de navegar y me gustaría hacerlo para llegar a la Antártida", señala.

El comienzo de la historia se remonta a 1980, cuando Ostornol era capitán de fragata en la Armada chilena y gerente de construcciones navales de los Astilleros y Maestranzas de la Armada (Asmar).

La idea inicial era construir un rompehielos, aunque las autoridades de la época consideraron que el proyecto no era rentable y decidieron rebajar el presupuesto y fabricar una nave para transportar carga y pasajeros con una inversión cercana a los 30 millones de dólares.

Ostornol diseñó palmo a palmo una embarcación de 103 metros de eslora, 4.600 toneladas de peso y capacidad para más de 300 personas, que destaca por su versatilidad y fiabilidad.

"El principal aporte del Aquiles ha sido ser un buque multipropósito, con mucha flexibilidad para adaptarse a cualquier requerimiento. Ha ido a la Antártida, a Isla de Pascua y a otros sitios para llevar personal de la Marina y ofrecer apoyo logístico en zonas aisladas", explica.

El diseño y la fabricación de la nave se ejecutó entre 1980 y 1985 con la participación de más de 500 trabajadores.

Ostornol recuerda los paseos que daba los fines de semana con Elena, su esposa, y sus hijas por el astillero en Talcahuano para ver el progreso en la construcción del Aquiles.

El Aquiles entró en funcionamiento en 1988, pero Ostornol hacía ya algunos años que había dejado Talcahuano y se había trasladado a Valparaíso para ocupar la gerencia general de Asmar.

Comenta que su vida ha estado siempre estrechamente ligada al mar, la Armada y la región de Magallanes, en la Patagonia chilena.

Su padre fue marino y la familia se instaló en Punta Arenas en 1945 para crear Puerto Williams, la localidad más austral del mundo.

"Me llevó algunas temporadas a acompañarlo en las obras. En ese momento vi que mi pasión era ser marino y a los 13 años me fui a la escuela naval", recuerda.

Se graduó en la academia naval y estuvo unos años destinado en el sur del país hasta que decidió estudiar ingeniería eléctrica para dar un impulso a su carrera militar. Después ganó una beca de estudios de la Armada y viajó a EEUU para estudiar arquitectura e ingeniería naval en el prestigioso Massachussets Institute of Technology (MIT).

Regresó a Chile en 1974 con un posgrado bajo el brazo y una brillante carrera como ingeniero en la Armada por delante hasta que en 1990 empezó a trabajar en American Bureau Shipping (ABS), una consultora especializada en la gestión de riesgos en distintos campos, desde el naval al energético.

Ostornol dice que la posibilidad de navegar en el Aquiles se fue postergando por varios motivos, pero siempre la tuvo en su cabeza.

A los 74 años sigue trabajando en la consultora, aunque admite con cierta resignación que posiblemente este sea su último año profesional antes de jubilarse.

"Debería haberme ido hace 10 años pero la compañía me pidió que siguiera y aquí estoy", señala.

Su esposa, Elena Alemparte, también está entusiasmada con la experiencia de recorrer el inhóspito continente antártico en un buque que vio crecer en todas sus etapas.

"He navegado en cruceros de turismo pero no tiene nada que ver. Aquí me siento como en mi casa", confiesa.

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