UN ESTUDIO DEMUESTRA QUE LA REFORESTACIÓN ESPONTÁNEA FRENA LAS AVALANCHAS

La reforestación espontánea ha provocado la disminución del daño por avalanchas en el Macizo Asturiano en las últimas décadas, según un estudio llevado a cabo por un equipo multidisciplinar, liderado por la investigadora de la Universidad de Oviedo, Cristina García-Hernández.
En la investigación, publicada en la revista ‘Global and Planetary Change’, se ha analizado la evolución de los daños por avalancha en este territorio, que incluye las montañas asturiana, leonesa y el sector occidental de la montaña cántabra, entre el año 1800 y la actualidad.
Los aludes han producido 342 víctimas en este tiempo, de las cuales 192 murieron y 150 resultaron heridas. La mayor parte de los daños personales y materiales se produjeron en los propios pueblos, y fueron causados por avalanchas de tamaño medio que se desencadenaron por debajo del ‘timberline’ (altitud a la que, de forma natural y si no hay talas, el bosque podría crecer).
Los resultados mostraron que, a pesar de que la cifra de avalanchas de nieve no ha descendido de forma notable en estos 215 años, los daños causados han venido reduciéndose, especialmente desde 1950.
Los cambios en la vegetación explican este proceso: los daños causados por las avalanchas fueron muy elevados en las últimas décadas del siglo XIX, un momento en el que el Macizo Asturiano se vio sometido a una intensa deforestación por el aumento demográfico, la intensidad del pastoreo y la desamortización de los montes públicos.
“Todo esto redujo la extensión de los bosques, que son capaces de protegernos frente a las avalanchas cuando estas no superan un tamaño medio”, manifestó García-Hernández, que hizo hincapié en que “también debemos tener en cuenta la expansión de la minería, que necesitaba madera autóctona para el entibado de las galerías y prefería el uso del roble, árbol que fue especialmente talado en el suroccidente del Macizo Asturiano”. “Esto explica en parte que los daños fueran muy acusados en este sector”, remarcó.
Sin embargo, a partir de mediados del siglo XX la situación cambió: la reducción de la utilización de madera autóctona para el entibado y, sobre todo, el abandono de las actividades agropecuarias en el medio rural, dio lugar a la recuperación progresiva de la vegetación, un proceso que actualmente está afectando a la mayor parte de las áreas rurales.
No obstante, los resultados de esta investigación no contradicen otros efectos negativos de este proceso de recuperación de la vegetación, como el aumento del riesgo de incendios o la pérdida del valor paisajístico y por ello, una de las principales conclusiones de la investigación es que se debe buscar un equilibrio que permita combinar las actividades tradicionales en el medio rural con la conservación del ‘bosque protector’.

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