Según un estudio realizado por el IRC, un tercio de los desplazados viven en condiciones precarias y buscan refugio en viviendas abandonadas, mientras que un quinto pasa la noche en sus vehículos o a la intemperie.
Ante la falta de centros médicos en la zona, el IRC intenta responder a las necesidades médicas de los civiles, que se enfrentan a la violencia, las bajas temperaturas y la falta de saneamiento y agua potable.
La ONG, que ha ofrecido consulta médica a 1.350 personas para tratar principalmente enfermedades cutáneas, ha indicado que aquellos que padecen enfermedades crónicas se enfrentan a un alto riesgo de que se produzcan complicaciones médicas.
Las familias están gastando la mayoría de sus recursos en comida, lo que ha reducido notablemente sus ahorros, según la organización, que ha dotado a unas 1.000 familias de 70 dólares (66 euros) para que puedan enfrentarse a las dificultades financieras.
El equipo de IRC también ha manifestado que la mayoría de las familias desplazadas no tienen otra opción más que caminar durante kilómetros cada día para obtener agua de los pozos. Muchas mujeres y niñas acceden a los baños durante la noche, lo que las expone a la violencia.
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