"Se diría que es el Mar Muerto", inmensa decepción de los aficionados franceses

Los portugueses están exultantes, los aficionados franceses se agarran la cabeza: Eder acaba de marcar y las esperanzas vuelan. "Quedan once minutos, está muerto", el partido. Francia no logrará la victoria tan deseada en la Eurocopa.

Un partido ensombrecido también por incidentes en París, cuando aficionados intentaron entrar en la fan zone de la Torre Eiffel, cerrada desde dos horas antes del inicio del partido porque ya no cabía nadie más (más de 90.000 personas). Algunos lanzaron objetos, quemaron basuras y motos, por lo que las fuerzas del orden los repelieron con gases lacrimógenos y cañones de agua.

Algunos autos fueron atacados, según la prefectura de policía, que invitó durante el partido a los automovilistas a evitar los Campos Elíseos.

Los aficionados entonaron La Marsellesa y gritaron "Allez les Bleus", pero de nada sirvió. Francia no marcó.

"Se diría que es el Mar Muerto", lanza Megan Ganem, de 18 años, a sus dos amigas Elodie Albert y Laurène Rodrigues reunidas en el Washington Poste, un bar situado en una calle perpendicular a los Campos Elíseos. El grupo, llegado desde Yvelines y Val-de-Marne, en la periferia de París, había venido a festejar en la más bonita avenida del mundo.

"Es estresante, me da problemas al corazón", afirma Elodie, con un banderín tricolor en la mano.

Raihane Braud, con una bandera francesa a la espalda, vino de Auxerre especialmente para la final: "No pude vivir el Mundial de 1998, tenía tres años. Entonces querría al menos ganar la Eurocopa", implora.

Los aficionados de los Bleus se quedaron más tranquilos tras la marcha de Cristiano Ronaldo, la estrella portuguesa, en el minuto 25.

Pero eso no ayudó a los franceses a marcar y la frustración subió a lo largo del segundo tiempo, junto a las ocasiones falladas por los galos.

La duda comenzó a agrandarse y los pesimistas juzgaron que "en semifinales tuvimos mucha suerte", mientras que los más optimistas pensaron: "Todavía se puede".

El gol de Eder en la prolongación acabó de apagar las esperanzas de los aficionados tricolores. La angustia se veía en las caras.

En Marsella, el ambiente se apaga de golpe y algunos no esperan al final del partido para dejar la fan zone.

Tras el pitido final, la multitud se dirige lentamente hacia la salida, con caras de decepción.

En la zona del Puerto Viejo, los bares que retransmitían el partido se vaciaron literalmente en unos minutos al final del encuentro.

Los franceses deseaban con fervor ese triunfo en la final. Una "victoria para la moral", tras un año marcado por los atentados, como resumía Brice Ngando, de 21 años.

"Esto no borrará los malos recuerdos de 2015, pero nos habría hecho avanzar un poco. Con todo lo que pasó, los atentados, las manifestaciones, la crisis económica, merecíamos esta victoria, merecíamos un poco de bálsamo en el corazón", dijo Lázaro de Santana, de 31 años, aficionado francés.

En La Reunión también, creían, toda la isla estaba detrás del futbolista de la zona, Dimitri Payet. "Dimitri alzará la copa por toda La Reunión esta noche", aseguraba Jean-Marc, joven padre de familia.

Pero tras el pitido final, llegó la consternación y el abatimiento, mientras que el Champ-de-Mars, junto a la Torre Eiffel, se vaciaba, los que permanecían, miraban la ceremonia en silencio.

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