Los Ángeles se lanza a la caza de los ricos que malgastan agua

Sus enormes propiedades rodeadas de jardines utilizan tanta agua como 90 casas pero las astronómicas facturas los traen sin cuidado. ¿Cómo hacer para que los vecinos adinerados cierren el grifo y colaboren en los esfuerzos contra la sequía en California?

Algunos, como el sitio web de investigación Reveal, optan por aplicar el método duro: revelar la identidad de los "mega-consumidores" para avergonzarlos e incitarlos a reaccionar.

Hace un año, Reveal escribió que 100 habitantes de los lujosos suburbios de Los Ángeles, como Bel Air y Beverly Hills, gastan cantidades industriales de agua. Solo una de estas residencias utiliza 44 millones de litros de agua por año, lo mismo "que 90 familias".

El mes pasado, la página --vinculada al Center for Investigative Reporting-- publicó, con la ayuda de imágenes satelitales, siete nombres de los supuestos "Príncipes mojados de Bel Air".

Entre ellos figura un exdirectivo de una cadena de televisión, un banquero de inversiones, un productor cinematográfico, el heredero de una cadena de supermercados...

El "shaming" tiene su propia página, savewater.org, creada por las autoridades en la que invitan a denunciar a los vecinos que inundan las aceras o riegan en pleno sol: las estrellas de la telerrealidad Kylie Jenner, Kim Kardashian, los cantantes Kanye West y Barbra Streisand y los comediantes Amy Poehler y Tom Selleck, entre otros, han sido señalados con el dedo en las redes sociales bajo el hashtag #droughtshaming (vergüenza por la sequía).

"No hay ninguna evidencia de que la vergüenza funcione mejor que cualquier otra cosa", matiza sin embargo Marty Adams, uno de los directivos de la agencia de suministro de agua y energía de Los Ángeles, DWP.

"Avergonzar no es la estrategia más eficaz", añadió Stephanie Pincetl, profesora de ciencias ambientales de la UCLA, quien aboga por jugar más las cartas de la facturación, de las multas e incluso de los cortes de suministro.

Aunque no existe un límite en la cantidad de agua que se tiene derecho a usar, el gobernador de California, Jerry Brown, dispuso hace un año y medio el ahorro obligatorio de agua del 25%, y ha publicado los nombres de los municipios que han sido buenos o malos ahorradores.

La ciudad de Los Ángeles también estableció prohibiciones: dejar que surtidores de agua se desborden sobre la calle, lavar el coche con una manguera, dejar de reparar fugas de agua, etc.

Desde hace dos años, una "policía del agua" patrulla Los Ángeles, pero en la actualidad ha quedado reducida a un puñado de agentes que reparten multas simbólicas cercanas a los 100 dólares.

La DWP reforzó recientemente su arsenal dirigido a los grandes consumidores, que debería entrar en vigor este mes, explicó a la AFP Adams.

Pese a la sequía, el agua sigue siendo barata. Pero acaba de crearse una cuarta franja de facturación para los grandes consumidores.

Los que forman parte de esta franja deberán someterse a una auditoría y podrían estar sujetos a multas que van desde los 1.000 hasta los 40.000 dólares, en caso de reincidir en la infracción durante un largo período.

Adams admite que los más ricos no son conscientes de que malgastan el agua, porque la mayoría de las veces "no tienen idea de lo que consumen", ni siquiera del monto de su factura del agua, que se pierde entre otros gastos mucho más onerosos.

Por ello, la DWP optó por la diplomacia y envía cartas a los más "sedientos".

Los "Príncipes mojados de Bel Air", una vez contactados, generalmente se muestran receptivos: de acuerdo con Reveal, el expresidente de Warner Bros Robert Daly dijo que ya había reducido su consumo de agua en un 35% desde 2014, reemplazando su césped por plantas desérticas.

Estos grandes consumidores por sí solos no van a resolver la sequía, sostiene Adams, "pero queremos que todo el mundo haga un esfuerzo", en tanto el ahorro ya logrado por los residentes de la ciudad desde 2013 alcanza aproximadamente el 20%.

La sequía sigue siendo un problema crucial en California. El sur del estado depende cada vez más de la compra de agua procedente sobre todo del río Colorado, cuyo nivel también ha ido descendiendo.

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