Miles de afganos carecen de agua potable en la capital debido a la sequía

  • Cada vez son más los afganos que carecen de agua potable en la capital del país, Kabul, a causa de la falta de lluvias, una situación que ha forzado a cientos de personas a cavar pozos ilegales en un intento de conseguir agua de la capa freática.
Reuters/EP

Encontrar agua en Afganistán nunca ha sido tarea fácil, ya que el país se caracteriza por su aridez. No obstante, la drástica bajada que han sufrido los niveles de agua de la capa freática de Kabul debido al desperdicio y la sequía han desencadenado una grave escasez, que afecta sobre todo a los más pobres.

Cuando la ciudad de Kabul fue remodelada en los años 70, el plan era que pudiera servir de hogar para alrededor de un millón de personas. En la actualidad, en la capital afgana residen más de 4,6 millones de personas.

En los últimos años se han sucedido una serie de inviernos especialmente secos, con apenas precipitaciones y muy poca nieve. La población tenía la esperanza de que con los pronósticos de lluvias y nieve para este invierno el nivel del agua aumentase, pero a día de hoy las bolsas que hay debajo de Kabul continúan en mínimos históricos.

"El crecimiento de la población y la sequía han provocado una grave escasez de agua en Kabul, por lo que cada día tenemos más clientes que nos exigen que cavemos más hondo para conseguir agua", ha contado Aslam Kam, que dirige un negocio de pocería.

Desde 2001, la extensión de Kabul ha aumentado en más de 2.500 kilómetros cuadrados, de acuerdo con el Banco Mundial. La mayor parte de los barrios nuevos están conformados por casas precarias, chabolas localizadas en las faldas de las montañas que rodean la ciudad, donde apenas hay pozos.

En muchas de estas comunidades, son los jóvenes los que se encargan de conseguir agua para sus familias, para lo que tienen que recorrer kilómetros de escarpado terreno cargados con cubos y garrafas.

"Tenemos muchísimas dificultades para conseguir agua", ha explicado Mohamad Jaweed, un joven de 15 años cargado hasta los topes con garrafas de agua para su familia.

FALTA DE SUPERVISIÓN

Aquellos que pueden permitírselo intentan cavar un pozo en su propiedad antes que depender del sistema del Ayuntamiento. Debido a la falta de agua en la capa freática se ven obligados a cavar más profundo para conseguir agua que antes.

Sin embargo, la profundidad de los pozos en la ciudad está sometida a estrictas regulaciones y los servicios de pocería son extremadamente caros para los habitantes más desfavorecidos.

En algunos casos, los pozos tienen que alcanzar una profundidad de hasta 150 metros para tener acceso al agua. De media, cavar para llegar hasta los 150 metros cuesta unos 5.000 euros, un precio completamente fuera de alcance para la inmensa mayoría de la población.

A pesar de la regulación, que impide que los pozos tengan más de 100 metros, la población está tan desesperada que está pasando por alto las indicaciones del Gobierno, que tampoco tiene recursos como para asegurar que la normativa se está cumpliendo.

Los habitantes de los barrios más pobres de Kabul no tienen ninguna esperanza puesta en las autoridades, ya que no creen que vayan a poder garantizarles el acceso al agua potable. "El Gobierno no debería permitir que la gente cave pozos muy profundos porque eso ya ha causado muchos problemas en el pasado", ha asegurado Mohamad Karim, de 60 años.

El hombre tiene que bajar todos los días desde su casa en lo alto de una colina hasta un pozo situado a varios kilómetros de su hogar. "Los pobres no podemos cavar pozos profundos, pero eso no significa que nos tengamos que morir de sed", ha apuntado.

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