El terremoto en Nepal también desafió las normas de género

  • Tras el devastador seísmo, las mujeres empezaron a encargarse de trabajos que normalmente eran considerados de hombres Hace dos años, el terremoto que sacudió Nepal tuvo un impacto desproporcionado en las mujeres y niñas, pero, ¿creó un momento potencial para transformar las relaciones de género? El terremoto de magnitud 7,8 del 25 de abril de 2015 sacudió física y socialmente el país. Entre el caos y la incertidumbre, el riesgo de violencia de género, tráfico de niños, niñas y mujeres, matrimonio infantil o abusos sexuales aumentó considerablemente.
El terremoto en Nepal también desafió las normas de género
El terremoto en Nepal también desafió las normas de género
Por Shiba Satyal Banskota, especialista de género de Plan International
Por Shiba Satyal Banskota, especialista de género de Plan International
Por Shiba Satyal Banskota, especialista de género de Plan International

Tras el devastador seísmo, las mujeres empezaron a encargarse de trabajos que normalmente eran considerados de hombres

Hace dos años, el terremoto que sacudió Nepal tuvo un impacto desproporcionado en las mujeres y niñas, pero, ¿creó un momento potencial para transformar las relaciones de género?

El terremoto de magnitud 7,8 del 25 de abril de 2015 sacudió física y socialmente el país. Entre el caos y la incertidumbre, el riesgo de violencia de género, tráfico de niños, niñas y mujeres, matrimonio infantil o abusos sexuales aumentó considerablemente.

Sin embargo, los momentos posteriores al terremoto también crearon un espacio para la transformación social que, de otra forma, habría tardado décadas en llegar. Las mujeres y las niñas se sintieron obligadas a volver a la normalidad y el proceso las llevó a enfrentarse y oponerse a las normas y roles tradicionales de género.

En Nepal, las mujeres representan el 51% de la población total y, cuando el terremoto golpeó el país, murieron muchas más mujeres que hombres. Sin duda, esto se debió en gran parte a los roles de género que encierran a las mujeres en el hogar y las encasillan en las tareas domésticas.

También ellas se vieron mucho más afectadas en los días y semanas siguientes al desastre, enfrentándose a la falta de servicios de salud sexual y reproductiva y de atención y protección psicosocial, así como a las escasas oportunidades de participar en la reconstrucción.

Con esto en mente, Plan International enfocó su respuesta en las necesidades y retos especiales de las mujeres y las niñas, apoyándolas para que sus voces también se tuvieran en cuenta. Les proporcionamos los espacios, el apoyo y las oportunidades de empleo que les permitieron reconstruir también sus propias vidas y buscar un futuro mejor para ellas y sus familias.

Por ejemplo, creamos espacios seguros para adolescentes, donde atendimos las necesidades específicas de las mujeres jóvenes en cuanto a salud sexual y reproductiva e higiene menstrual, que son temas tabú en la sociedad nepalí.

Plan International también promovió la protección de la infancia a través de campañas de concienciación, puestos de control contra el tráfico infantil y grupos comunitarios de vigilancia. Las mujeres y las niñas estaban en mayor peligro y estos grupos estaban diseñados para atender problemas de trabajo y tráfico infantil, después de recibir formación en derechos y protección de la infancia. Además, aprendieron sobre iniciativas contra el tráfico que les permitieron detectar casos de niños, niñas y adolescentes vulnerables y dirigirlos a los servicios de protección.

TRABAJOS QUE ANTES ERAN DE HOMBRES

Es llamativo el hecho de que las mujeres también empezaron a encargarse de trabajos que normalmente eran considerados de hombres, como la albañilería, y comenzaron a abrir sus propios comercios, negocios en los que ni siquiera habrían pensado antes del desastre.

Debido a las numerosas barreras económicas y socioculturales y las normas patriarcales de género, la participación de mujeres y niñas en este tipo de actividades siempre había estado restringida.

Las mujeres jóvenes también recibieron formación profesional a través de nuestros programas de recuperación de medios de vida. En estos programas, recibieron formación para comenzar pequeños negocios de ganadería de pollos, cabras o cerdos y agricultura, que antes eran simplemente de supervivencia, así como de sastrería con telas tradicionales.

Además, las clases de habilidades personales, preparación ante desastres y construcción de resiliencia han aumentado las voces de niñas y mujeres en la representación y participación en la toma de decisiones a varios niveles.

No obstante, dedicarse a trabajos que no correspondían con su género suponía un reto, como demuestra el dato de que, del total de 851 albañiles que formamos, solo 61 eran mujeres. Un desequilibrio que se debe en parte al bajo nivel de educación y alfabetización entre las mujeres, así como a la falta de experiencia previa, que formaba parte de los criterios de selección.

Otros factores importantes fueron su falta de autoestima y confianza en sí mismas como resultado de años de normas y valores patriarcales, profundas desigualdades de género y barreras para acceder a un mercado de trabajo dominado por los hombres.

No obstante, ha habido un notable cambio y aceptación de las mujeres que participan en actividades no estereotípicas de género. Los casos de estudio de nuestros proyectos nos muestran que las mujeres que recibieron formación en albañilería han ganado confianza en sí mismas y sus nuevas habilidades se han convertido en la esperanza de futuro de sus familias. Además, muchas mujeres y niñas ahora aseguran que sus opiniones se tienen más en cuenta y son más conscientes de sus derechos.

Aunque es pronto para decir que se ha producido un cambio significativo en el estatus y valoración de la mujer en Nepal tras el terremoto, está claro que la respuesta al desastre va más allá del simple (y necesario) reparto de comida y refugios para incorporar un análisis de género que haga que nuestra intervención no exacerbe o perpetúe las desigualdades de género.

El foco en la respuesta y recuperación de desastres debería centrarse en reducir las disparidades allí donde sea posible, dirigiéndose a las necesidades y retos específicos de las mujeres y niñas y permitiéndoles empoderarse para conseguir y defender sus derechos humanos más fundamentales.

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