Una Francia teñida de azul que recuerda al Mundial-1998

Camisetas azules por las calles. La Marsellesa. Miles de hinchas franceses celebrando con la bandera tricolor (azul-blanco-rojo) pintada en las mejillas. ¿Estamos en el Mundial de 1998 organizado y ganado por Francia? No, en la Eurocopa de 2016, donde el entusiasmo popular alrededor de la selección francesa, la anfitriona, no deja de subir a la espera de la final del domingo ante Portugal.

"Antes de ir al estadio hemos visto gente eufórica y lo va a estar todavía más el domingo", vaticinó el seleccionador Didier Deschamps después de la victoria contra Alemania en la semifinal de Marsella el jueves (2-0).

'Fan zones' llenas el jueves, ambiente eléctrico en el estadio Velodrome, concierto de cláxones y banderas tricolores en las calles del país después de la victoria: Francia revive momentos que hacía mucho que no se reproducían.

"En medio de muchas malas noticias -los atentados de 2015, los conflictos sociales, la economía con problemas-, esto parece poner un bálsamo en los problemas de un país abatido en los últimos meses", analiza para la AFP Jérôme Fourquet, director del departamento de opinión del IFOP.

El entusiasmo sube grados poco a poco, a medida que el torneo se acerca al final. Un claro indicador de este aumento de la temperatura: el seguimiento del autocar de los Bleus entre sus hoteles y los estadios ha ido creciendo. También el número de personas que acudían al exterior de sus hoteles cuando ha jugado en Marsella, Lille o Lyon.

"Es un placer, la gente sale... ¡Por fin!", celebró Pierre Lefebvre, hincha que celebró el jueves la clasificación francesa a la final en los Campos Elíseos de París.

Olvidado el desamor e incluso el rechazo social que suscitaba la selección de Francia hace seis años, después del fiasco del Mundial-2010 en Sudáfrica y la famosa huelga de entrenamiento en Knysna.

Los jugadores ya no son los de entonces: sólo cinco de los 23 jugadores de Francia en la Eurocopa-2016 estaban entonces en el plantel (Hugo Lloris, Vincent Mandanda, Bacary Sagna, Patrick Evra y André-Pierre Gignac).

El cambio radical de la percepción pública se empezó a gestar a finales de 2013, en el repechaje ganado a Ucrania, que clasificó a Francia para el Mundial-2014 con un 3-0 en la vuelta, que remontó el 2-0 adverso de la ida.

Tres años después, la Francia de 2016 está ilusionada con la generación de Griezmann, Pogba, Payet y compañía.

"Tengo que dar las gracias a Didier por haberme devuelto las ganas de amar a la selección francesa", afirmó el jueves en la TF1 otro gran exjugador de los Bleus, Lilian Thuram, dirigiéndose al que era su capitán en la selección.

"Esta selección de Francia es querida porque genera ganas de ser amada", afirma el seleccionador. "Uno se puede identificar con ella. Evidencia su motivación, suscita emociones", afirma el entrenador.

"Es sin duda uno de los logros, haber presentado un equipo que tiene aspecto de unidad", comenta para la AFP Mathieu Quidu, sociólogo del deporte en la Universidad de Lyon 1. "Hubo bastantes mechas que se trataron de encender, pero fueron apagadas rápidamente", apunta.

Una alusión a las acusaciones de racismo contra Deschamps antes de la Eurocopa por Karim Benzema, descartado de los Bleus por su imputación en el caso de chantaje con un vídeo sexual contra otro futbolista francés, Mathieu Valbuena.

"El gran público encuentra esa unidad. En un contexto de estallido múltiple, esta es una de las posibles fuentes para reunir", analiza Quidu.

Francia ama a sus Bleus y espera que ganen la Eurocopa el domingo ante los portugueses. ¿Pero qué pasará después? ¿Tendrá este torneo consecuencias para la sociedad francesa?

"Esto puede simbolizar que no todo está perdido, que la Francia unida puede lograr todavía grandes éxitos. Esto puede funcionar este verano (boreal), pero muy pronto la actualidad y las tristes realidades se impondrán", apunta Fourquet.

"Puede ser una característica de la sociedad contemporánea: será una colección de emociones efímeras más que una reunión duradera", estima Quidu.

La sociedad francesa tiene un precedente muy claro: la ilusión pasajera de la Francia 'black-blanc-beur' de 1998, en alusión a la convivencia de jugadores blancos, negros y de origen norteafricano en el equipo nacional francés que triunfó en el Mundial.

Deschamps, capitán de aquella Francia de 1998, conoce bien los límites: "No tenemos la pretensión ni el poder para solucionar todos los problemas de los franceses. Tenemos el poder de procurar emociones".

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