Isaquias Queiroz, el hombre récord de Brasil

Se quedó a un paso del oro pero Isaquias Queiroz, un atleta con un físico y una capacidad de superación fuera de lo común, logró lo que ningún otro brasileño había conseguido antes: ganar tres medallas en unos Juegos Olímpicos.

Nada hacía presagiar un final tan de película para este piragüista de origen humilde que durante su infancia perdió a su padre, tuvo que ser hospitalizado durante un mes por las quemaduras que sufrió en parte del cuerpo al derramársele una olla de agua hirviendo, estuvo a punto de ser secuestrado y perdió un riñón tratando de atrapar una serpiente.

"Perdí un riñón a los 10 años, cuando me caí de un árbol", explicó recientemente el palista a la AFP, y añadió entre risas que durante la operación para extirparle el órgano dañado debieron implantarle "un pulmón de más".

Porque lo que para cualquier otra persona hubiese sido un freno, para Isaquias, como le empiezan a conocer ahora sus compatriotas, resultó una motivación.

Apenas un año después, con 11, descubrió el canotaje a través de un proyecto social del ministerio de Deportes en Ubaitaba ("ciudad de las canoas" en lengua indígena tupí), la ciudad de cálido estado de Bahia donde vio la luz el 3 de enero de 1994.

"Pensaban que no iba a poder, que estaba discapacitado. Pero le demostré a todo el mundo que la discapacidad no existía, que no había ningún problema", contó el prodigioso canoísta.

Además de su innegable talento natural, Isaquias, que tiene cinco hermanos biológicos y cuatro adoptados, debe mucho a su madre y fan número uno, Doña Dilma, limpiadora en una estación de autobuses que siempre se desvivió por sus hijos.

A los 17 años, el joven piragüista conquistó su primer campeonato mundial junior en la prueba de 200 metros de canoa individual, al que sumó una plata en los 500 m.

Desde entonces, su ascensión ha sido vertiginosa. En 2013, en el marco del "Plan Brasil Medallas", empezó a trabajar con el entrenador español Jesús Morlán, el hombre que convirtió a David Cal en el deportista de su país con más medallas olímpicas. Y los resultados no se hicieron esperar.

Antes de final de ese año llegó el primer título senior, en C1 500 metros en el Mundial de Duisburgo (Alemania), donde también logró un tercer puesto en los 1000 metros.

En los dos campeonatos siguientes, en Moscú-2014 y Milán-2015, agrandó su palmarés con otro oro y otro bronce en cada uno.

Pero el objetivo de este fornido atleta de 1,75 metros de estatura y 85 kilos de peso en los Juegos de Rio era más ambicioso: ganar tres oros en casa ante su público y escribir una nueva página de historia en el deporte brasileño.

Su sueño estuvo a punto de truncarse en 2015, tras sufrir un aparatoso accidente cuando iba a buscar a su hermano al aeropuerto, del que milagrosamente salió ileso.

"Por suerte, no me hice ninguna herida. Pude volver a entrenarme y concentrarme en mis objetivos", explicó antes de la gran cita carioca.

El pasado martes, en la laguna Rodrigo de Freitas, dio a su país la primera medalla, de plata, en 80 años de canotaje olímpico en C1 1000. Luego sumó un bronce C1 200 m antes de cerrar con brillantez su primera participación olímpica con otra plata en C2 1000 m que le convierte en el deportista más laureado de Brasil en una edición de los Juegos.

"Mi medalla de oro es el cariño del público", dijo tras lograr este hito Isaquias, que en cinco días se ha impuesto con su carisma y su sonrisa como uno de los héroes de Rio-2016.

Y la torcida le rendirá homenaje en el Maracaná, como suele hacer con su ídolo Neymar, cuando porte la bandera brasileña en la ceremonia de clausura de los Juegos, mientras una iniciativa para rebautizar con su nombre la laguna olímpica está ganando adeptos en las redes sociales.

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