Fatma Samoura, fan de Rumenigge y Milla, experiencia en la ONU al servicio de la FIFA

Fan de Karl-Heinz Rumenigge y de Roger Milla, Fatma Samoura es la nueva número dos del fútbol mundial, donde va a aportar sus 21 años de experiencia en la gestión de crisis en el seno de la ONU, de Afganistán a Nigeria pasando por Darfur.

Detrás de sus ojos verdes - "lentillas de ese color, una coquetería, explica uno de sus allegados, Francis Kpatindé, exredactor jefe de la revista Jeune Afrique -, esta senegalesa de 54 años tiene un puño de hierro.

Y no son las luchas de poder en los pasillos de la FIFA en Zúrich lo que va a amedrentar a esta mujer acostumbrada a recibir amenazas de muerte cuando estuvo al frente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Madagascar, donde pilotó la transición a la democracia de 2010 a 2015.

"Ha sido la mujer más caricaturizada de la isla. Era la 'negra, la africana que venía a colonizar Madagascar'", recordó este sábado a la AFP Kpatindé. "De hecho se marchó con una buena colección de caricaturas publicadas en los diarios locales".

Mujer de poder, Fatma Samba Diouf Samoura ha coleccionado los puestos de riesgo a lo largo de su carrera en la ONU. Ya fuese en el Programa Mundial de Alimentos (PMA), de Yibuti a Guinea, pasando por Camerún y Chad, o después en el PNUD, en Níger, Madagascar y, este años, en la capital de Nigeria, Abuja. Con escalas en Afganistán, Tailandia, Italia o Darfur.

Madre de tres hijos, de los que dos de ellos, chicos, están estudiando en Canadá, Samoura podría haber sido la esposa de un jugador profesional, pero una pierna rota a los 20 años acabó con la carrera de su marido. Curiosamente, será ahora ella la que tendrá notoriedad en el mundo del fútbol.

Compañera de clase de Cheikh Seck, portero de la selección senegalesa en los años 1980, "rodeada toda (su) vida de futbolistas, vecina de Rigobert Song en Yaundé, gran aficionada al fútbol, al punto de haber asistido a muchos partidos en Gerland durante sus estudios en Lyon, Samoura cuenta con varios futbolistas entre su círculo de amistados.

Entre ellos el legendario Roger Milla, exdelantero de los Leones Indomables cameruneses, gran amigo desde su misión en Yaundé. "Incluso me imputan que le escondí en el maletero de mi coche con matrícula diplomática tras su derrota en la final de la CAN de 1986", explicó ella a la AFP desde Abuja, donde se encuentra preparando una cumbre sobre seguridad organizada para tratar de poner fin a la insurrección del grupo islamista Boko Haram.

Admiradora de Rumenigge, el antiguo delantero del Bayern Múnich, Fatma Samoura recuerda también con emoción a Salif Keita, el icono del fútbol maliense y primer ganador del Balón de Oro africano (1970).

Sin embargo, Samoura mantiene en secreto cuál es el club de sus amores, para no herir susceptibilidades: "Es un club español, no diré más".

Militante de la izquierda en sus años estudiantiles, primero en Lyon y después en Estrasburgo, "pero no encasillada", precisa Kpatindé, esta hija de un coronel del ejército senegalés necesitará sin duda sus dotes diplomáticas para dirigir el planeta fútbol como brazo derecho del nuevo presidente Gianni Infantino.

Al menos tendrá la ventaja que no necesitará traductores para dirigirse a sus interlocutores, ya que habla con soltura en inglés, francés, español, italiano y en wolof, su lengua materna.

Otra cosa cierta es que las autoridades futbolísticas encontrarán en ella a una persona con la que poder hablar. "Es descarada, es una bola de energía y no duerme nunca", asegura Kpatindé.

Y, para acabar, este allegado advierte: "No será una marioneta. No tiene complejos".

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