UNICEF alerta de que al menos 2,2 millones de niños necesitan ayuda humanitaria en Birmania

  • El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha alertado este martes de que al menos 2,2 millones de niños afectados por la violencia necesitan ayuda humanitaria en Birmania y ha pedido al Gobierno que finalice las violaciones de sus derechos, entre otros su uso como soldados.
EUROPA PRESS

Las medidas sociales y económicas impulsadas por la Administración birmana desde 2010 han comenzado a fortalecer los sistemas de salud, educación y protección para los niños, según ha mostrado un informe de UNICEF publicado este martes.

A pesar de estos progresos, la agencia de la ONU ha advertido de que más de 150 niños menores de cinco años mueren cada día en Birmania y al menos el 30 por ciento sufre desnutrición moderada o severa. Además, más de la mitad de todos los niños viven por debajo del umbral de la pobreza.

"Birmania afronta un auténtico reto para garantizar que todos los niños, estén donde estén -no solo los de áreas urbanas- se beneficien del rápido desarrollo del país", ha señalado el director ejecutivo adjunto de UNICEF, Justin Forsyth. "Hay un riesgo de que muchos niños y sus familias queden excluidos, especialmente los niños más pobres que viven en zonas remotas o están atrapados en situaciones de tensión y conflicto", ha añadido.

Según el informe, que ha sido publicado en la víspera de la convocatoria de la segunda Conferencia de Paz nacional en Birmania, el futuro del país sería más estable y próspero si algunos de los beneficios financieros que ha logrado en el reciente crecimiento económico se invirtieran en servicios para los niños y jóvenes.

La atención internacional se ha enfocado en gran medida en el estado de Rajine, donde alrededor de 120.000 personas, muchas de ellas de etnia rohingya, se han visto obligadas a desplazarse y viven en campamentos debido al conflicto entre comunidades que estalló en 2012.

La violencia se intensificó en octubre de 2016, debido a una serie de ataques contra un puesto de control en la frontera entre Birmania y Bangladesh en los que murieron nueve policías. Pocos días después, el Ejército birmano puso en marcha una operación militar a gran escala que provocó el desplazamiento de más de 75.000 rohingya.

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