Con la batalla por Mosul, EEUU apuesta todo en Irak

Con la batalla de Mosul, último bastión del grupo Estado Islámico (EI) en Irak, Estados Unidos espera finalmente obtener un éxito militar que compensaría sus dudas estratégicas en Siria.

Después de meses de preparaciones, y con el apoyo aéreo de una coalición encabezada por Washington, las fuerzas iraquíes lanzaron el lunes una ofensiva crucial para reconquistar la segunda mayor ciudad de Irak, en el norte del país, en manos del EI desde 2014.

Luego de un fin de semana difícil para la diplomacia mundial reunida en Europa para tratar de contener la guerra en Siria, el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, destacó que la batalla de Mosul representa "un momento decisivo en la campaña para asestar al EI una derrota duradera".

A los ojos de estrategas militares estadounidenses, Irak y el territorio en poder del grupo sunita ultra-radical parecen haber suplantado, en la lista de prioridades, la lucha contra esa organización yihadista en Siria.

De hecho, los números del Pentágono hablan por sí mismos: de los 15.634 ataques realizados por la coalición militar en poco más de dos años contra el EI, aproximadamente dos tercios (10.129 ataques) fueron realizados en territorio iraquí.

Además, Irak es la prioridad de Brett McGurk, emisario del presidente Barack Obama para la coalición contra el EI: "Buena suerte a las heroicas fuerzas iraquíes, peshmergas, kurdas (...) Estamos orgullosos de estar de su lado en esta operación histórica", publicó el lunes en Twitter.

Pocos días antes del inicio de la batalla, McGurk había destacado ante periodistas que Mosul es el lugar donde el EI "irrumpió en la escena internacional, y es ahí donde (el jefe Abu Bakr Al Baghdadi) proclamó su falso califato" en 2014.

"Debemos mantener todas las piezas en su lugar" para expulsar al EI de Mosul, dijo el diplomático estadounidense.

McGurk destacó también el "enorme trabajo" de coordinación entre Bagdad y las fuerzas kurdas iraquíes pertenecientes a la coalición para que "todo el mundo esté de acuerdo" para anular a los yihadistas de Mosul, estimados entre 3.000 y 4.500.

"Recuperar Mosul representaría una derrota histórica y simbólica para el EI" y permitiría a Washington "proclamar misión cumplida", dijo al diario The New York Times el experto Vali Nasr, ex funcionario del Departamento de Estado en el primer gobierno de Obama.

Pero si la ciudad es retomada en los próximos meses, "la experiencia lamentablemente habitual de Estados Unidos en la región puede repetirse: un éxito catastrófico", apuntaron en un artículo dos expertos del Instituto Brookings, Ian Meritt y Kenneth Pollack, citando la amenaza de "crisis humanitaria y política.

Además, la caída de Mosul no representaría "el fin del califato", apuntaron fuentes militares interrogadas por The New York Times, ya que la "capital" del EI está en Raqa, Siria.

Siria simboliza precisamente las dudas estratégicas del presidente Obama, quien dejará la Casa Blanca en tres meses.

Escéptico del intervencionismo militar a cualquier precio y elegido para salir de las guerras del Medio Oriente, Obama -quien obtuvo el Nobel de la Paz- se resiste a una participación armada de envergadura en Siria.

En este sentido, el momento crítico llegó para Obama en agosto de 2013, cuando dio marcha atrás en la política de atacar al gobierno sirio de Bashar al Asad.

El secretario de Estado, John Kerry -un condecorado héroe de Vietnam-, ya ha descartado toda perspectiva de una intervención terrestre estadounidense durante reuniones este fin de semana en Suiza e Inglaterra con aliados árabes y europeos.

Kerry volvió a denunciar la "estrategia" de Rusia y sus bombardeos sin descanso sobre la región de Alepo, y defendió discutir nuevas ideas para tratar de imponer un nuevo cese el fuego.

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