Juan Manuel Santos, el obstinado líder que busca la paz de Colombia

Juan Manuel Santos, dos veces presidente de Colombia, se ha jugado todo su capital político en su gesta para poner fin a medio siglo de guerra interna, un sueño que prometió no abandonar pese a cualquier revés con un enfático "No me rendiré".

"Seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato porque ese es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos", dijo el domingo, con la sempiterna palomita blanca que suele llevar en la solapa, después de que el pacto sellado con la guerrilla FARC hace una semana fuera sorpresivamente rechazado en un plebiscito.

"El presidente ha mostrado un liderazgo valiente. Valiente porque prefirió la paz a la inercia de la guerra. Valiente porque se sometió a la decisión de los ciudadanos", enfatizó este lunes Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno de Colombia en los diálogos con los rebeldes, quien expresó su "total apoyo" al mandatario.

Muchos cuestionaron a Santos por su empeño de validar en las urnas el histórico acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas). Pero el jefe de Estado se mantuvo firme.

"Soy consciente que no tenía esa obligación legal, pero tenía esa obligación moral porque soy un demócrata, porque creo que el pueblo debe tener la última palabra", enfatizó el presidente un día después de haber cerrado la negociación en La Habana, un logro hercúleo que la comunidad internacional aplaudió esperanzada.

La paz con las FARC, la mayor y más antigua guerrilla de América, "requería coraje, audacia, perseverancia y mucha estrategia: las cualidades y fortalezas de Santos", dijo a la AFP Mauricio Rodríguez, su cuñado y consejero desde hace más de 20 años.

El domingo, cuando el éxito de Santos para conducir las arduas negociaciones era cuestionado por una Colombia partida en dos por el cerrado resultado del plebiscito, Rodríguez tuiteó: "Los grandes líderes trabajan por la paz, contra viento y marea, hasta el último día de sus vidas!".

Sin embargo, la imagen del presidente está malherida.

"Santos queda en una posición muy débil", dijo a la AFP Angelika Rettberg, directora de la maestría en Construcción de Paz de la Universidad de los Andes.

"Sin lugar a dudas este es un golpe político para él y su coalición de gobierno", apuntó por su parte Jorge Restrepo, director del centro de análisis Cerac.

Ahora, Santos, un bogotano de 65 años y familia de alcurnia, que siempre anheló conducir los destinos de su país, deberá apostarlo todo para reorientar su esfuerzo de pacificación a través de la salida negociada, una meta que empezó a trazar antes incluso de iniciar su carrera política en 1991.

Como periodista, ganó el premio Rey de España con unas crónicas sobre la Revolución Sandinista en Nicaragua. Ese trabajo "nos marcó profundamente a ambos", ha dicho el mandatario sobre la investigación que realizó con su hermano Enrique, también clave en el proceso de paz con las FARC que se instaló formalmente en 2012, pero se inició confidencialmente apenas Santos asumió su primer mandato en 2010.

Para cuando se estrenó en la Casa de Nariño, este político que se autodefine de "extremo centro" ya había perseguido con implacable crudeza a las FARC como ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe y, tras descabezar a su cúpula, se alistaba para dialogar desde una posición de fuerza.

Hizo la guerra para alcanzar la paz, han señalado analistas. Pero su viraje le costó no pocas críticas como "traidor" a la doctrina de mano dura de Uribe, quien desde entonces es su más feroz opositor, fortalecido tras el plebiscito.

"Santos ya sabe que no va a tener el Nobel" de la Paz, que se entregará este viernes y que el mundo entero daba por descontado que ganaría, dijo el politólogo Frédéric Massé, de la Universidad Externado de Colombia.

Pero el presidente ha negado que busque coronar con este premio su cruzada por la reconciliación de Colombia, azotada por décadas de violencia de guerrillas, paramilitares y fuerzas estatales que han causado ocho millones de víctimas, entre ellos 260.000 muertos.

"No busco aplausos. Quiero hacer lo correcto", afirmó en entrevista con la AFP.

"Inmensamente racional", según sus más allegados, el hombre que sigue decidido a lograr la paz de Colombia, ha sido cuestionado por su imagen de frialdad, falta de carisma y escasos dotes de comunicador.

Pero nada parece detenerle: suele madrugar y trasnochar. Superó un cáncer de próstata en 2012 y se sometió a fines de 2013 a una cirugía para levantar sus párpados y mejorar su visión.

Admirador de Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Nelson Mandela, lector voraz y declarado cinéfilo, Santos ha dicho que su verdadera fortaleza proviene de la familia que fundó en 1988 con María Clemencia Rodríguez, "Tutina", madre de sus tres hijos. Son "mis Santos", afirma.

Para muchos su obstinación de pragmático contumaz y su fama de político "hábil" allanarán sin duda el camino en esta nueva etapa.

"Santos no es un jugador de póker como dicen. Es un jugador de bridge", comentó alguien que conoce bien al presidente. "Y en el bridge no siempre gana quien tiene la mejor mano".

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