Mujeres y cafés especiales, de la mano en la cuna de las FARC en Colombia

Edith Enciso recogió entre balas en Gaitania, cuna de la guerrilla FARC en el centro de Colombia, la cosecha de café con la que ganó el concurso Taza de la Excelencia, motivación para muchos en esa región que despunta por sus granos especiales.

En esa tierra montañosa donde en 1964 nacieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), los cafetales y las historias de más de medio siglo de conflicto armado aparecen por doquier.

"Cuando ganamos en la Taza de la Excelencia (hace diez años) vinimos con expectativas y fue la gente tomándonos de ejemplo", cuenta Enciso a la AFP sobre sus cultivos, que le "apasionan" y desarrolla en familia.

Antes de 2006, la economía de la región también estaba basada en el café, "pero la gente no se interesaba por la calidad sino por vender y ya", comenta esta mujer de 53 años, que comenzó en el negocio tras comprar la finca de su suegro enfermo.

"Cuando se dieron cuenta de que teníamos unas variedades y buena calidad, los productores se interesaron más" y se esmeraron en la producción de este grano que, en Gaitania, "tiene notas a panela y a chocolate" además de una "acidez media y aroma floral", explica.

Astrid Medina, una cafetera de 39 años que heredó su finca cuando su padre fue asesinado en 2006, fue una de las que apostó a mejorar su producción tras el triunfo de Enciso en la competición organizada por la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y la estadounidense Alliance for Coffee Excellence (ACE).

Para aplacar el dolor, sacó adelante los cafetales con ayuda de su esposo. Así pasó de tres a 12,5 hectáreas de las variedades Colombia, Caturra y Castilla.

"Cuando miramos a Edith, en el 2006, eso nos llenó de ánimo y, además, todos los años ha habido en el concurso muchos finalistas de Planadas", el municipio donde queda Gaitania, en el sur del departamento de Tolima, relata Medina, quien en 2015 también ganó y ahora tiene clientes de Europa y Asia.

Los cafés especiales son los que el consumidor "define como algo muy diferente de lo que regularmente encuentra en el mercado, por su sabor, y por lo cual está dispuesto a pagar más", explica Henry Martínez, a cargo de este tipo de granos en la FNC.

"La zona del sur del Tolima siempre ha presentado cafés de muy alta calidad", señala. "Hay factores de tipo geográficos, por ser caficultura de altura, y también está el microclima en la zona, que además tiene influencia volcánica con unos suelos muy ricos que hacen que el café tenga mayor acidez", agrega.

Según el gerente general de la FNC, Roberto Vélez, un "elemento importantísimo" de los cafés especiales es que el comprador conozca dónde se produce el grano, algo que el conflicto armado imposibilitó en varias regiones.

"Uno no se enamora de lo que no conoce", dijo el directivo, quien afirmó que aunque algunos cafeteros debieron pagar un impuesto ilegal a la guerrilla para que los dejara producir y comercializar el producto, esto no impactó fuertemente en el sector.

Como el 95% de los caficultores colombianos son pequeños propietarios, la "capacidad" para pagarle a los rebeldes "no estaba", por lo que no se vieron involucrados de la misma forma de otros sectores de la economía colombiana, explicó.

A principios de octubre, la federación organizó en Bogotá una feria de cafés especiales y realizó un nuevo concurso, que sustituye la Taza de la Excelencia.

José Anargel Rodríguez, un productor de la capital de Tolima, Ibagué, fue el gran ganador: fue reconocido con el mejor café exótico y también en la categoría de acidez. Un café de Planadas triunfó en la categoría "suavidad" en el certamen, al que se presentaron 1.300 lotes y tras el que fueron subastados los 25 mejores cafés.

Nuevamente, Tolima y Planadas destacaron.

Por eso, jóvenes como Yised Pecupaque apuestan a seguir desarrollando el café en esa región. Esta estudiante de agronomía de 26 años dirige la Asociación de Caficultores Indígenas San Pedro, que agrupa a 64 productores de la reserva indígena Nasa Wes'x de Gaitania.

"Doña Astrid y doña Edith son un ejemplo", dice. En su asociación, 20 de los integrantes son mujeres y en el resguardo indígena hay otra agrupación solo de cafeteras.

Pecupaque produce café orgánico que se vende en Estados Unidos y Europa. Y, como el año pasado su asociación tuvo una "buena rentabilidad", planean construir un laboratorio para "aprender a catar café, saber qué perfiles de taza tenemos y cómo diferenciar las variedades".

Clientes de Estados Unidos y Alemania quieren conocer los cafetales de la asociación. También a las plantaciones de Enciso y Medina llegan desde Asia o Europa.

"Se animan a venir porque todo se ha ido normalizando y no ha habido enfrentamientos en los últimos años", asegura Enciso.

Aunque el conflicto de más de medio siglo con las FARC aún no ha concluido, la violencia se ha reducido significativamente por el proceso de paz. Y Edith dejó de recoger su café en medio de esta guerra interna que también ha involucrado a otras guerrillas, a fuerzas militares y a paramilitares, dejando al menos 260.000 muertos.

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