Vera Grabe dice M-19 demuestra que guerrilla puede hacer política en Colombia

  • El Movimiento 19 de abril (M-19) es un ejemplo para el proceso de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC porque es la única experiencia exitosa de una guerrilla desmovilizada que ha participado en la vida política.

Esther Rebollo

Bogotá, 27 abr.- El Movimiento 19 de abril (M-19) es un ejemplo para el proceso de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC porque es la única experiencia exitosa de una guerrilla desmovilizada que ha participado en la vida política.

Ese éxito se explica en que el grupo "tomó la decisión irreversible de abandonar la armas", afirmó en una entrevista con Efe Vera Grabe, cofundadora del M-19 y primera congresista que tuvo ese movimiento tras la firma de la paz en 1990.

Según Grabe, las claves de éxito del actual diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) están en "la actitud de los medios de comunicación, en generar un ambiente por parte del Gobierno, pero también en la actitud de las FARC".

A su juicio, la guerrilla debe dejar claro "a qué está dispuesta, y eso tiene que ver con la dejación de las armas, el reconocimiento de las víctimas y todo lo que implica la guerra".

"No se trata sólo de pedir garantías para el ejercicio político", afirma Grabe en coincidencia con el inminente inicio de la negociación en La Habana del segundo punto de la agenda, referido a la participación política, al matizar que "como actor de la guerra no sólo se puede pedir, sino reconocer".

La también autora del libro "Del silencio de mi cello. Razones de vida", una autobiografía en la relata su vida de guerrillera y los motivos que le llevaron a tomar esa decisión, remarca que el gran legado del M-19 fue "la decisión importante de dejar las armas" a lo que se sumó su aporte en la redacción de la Constitución de 1991.

En el seno del M-19 existía "la convicción de que no podíamos seguir en la guerra, que no era una salida para el país, que era un obstáculo para generar procesos de transformación", recuerda más de 20 años después de aquellos hechos.

Pero también asegura que "todo proceso de paz implica algún nivel de impunidad, es decir, debe haber cierta flexibilidad sino no es posible", para indicar que "ninguna guerrilla va a dejar las armas y salir a la plaza pública si no tiene garantías".

Grabe está convencida de que hay salidas ante el dilema de una eventual participación política de las FARC: "hoy existe una Corte Penal Internacional (CPI) que marca pautas, pero también se debe sopesar con las ventajas que implica un proceso de paz (...), hay que tener claro que salir de la guerra es generar rutas flexibles".

Grabe ante todo confiesa que el camino no es fácil, pero merece la pena y con voluntad es posible. Un ejemplo es su propia vida.

Hija de alemanes que huyeron del régimen nazi, fue guerrillera durante 16 años; comenzó, siendo estudiante de Antropología en la Universidad de los Andes, con tareas de inteligencia y propaganda en Bogotá.

Una de sus primeras misiones fue vigilar durante semanas el museo bogotano del que el M-19 robó la espada de Simón Bolívar, el acto que dio a conocer al movimiento guerrillero en 1974.

Esas actividades le llevaron un año a la cárcel y después fue nombrada secretaria general y responsable de relaciones internacionales del M-19.

Fueron años en el monte y en la clandestinidad, hasta 1990, cuando firmaron la paz. En las elecciones de aquel año Vera Grabe se convirtió en la primera y única congresista del nuevo movimiento político.

"La paz fue para mi tremendamente liberadora, recuperar la libertad, poner la cara, usar mi nombre, contactar con mi familia", relata al intuir que esos sentimientos deben ser comunes a todos los que han vivido durante años esa situación.

A partir de ahí fue representante a la Cámara baja, después senadora y más tarde agregada de Derechos Humanos en la Embajada de Colombia en España, cargo que le asignó el expresidente liberal César Gaviria (1994-1998).

Ahora, a sus 62 años y sentada en su despacho del Observatorio para la Paz, no olvida que el ideólogo de la guerra y de la paz en el M-19 fue el visionario y carismático Carlos Pizarro, cuya muerte fue el mayor golpe para la organización y les dejó "desconcertados".

"Nos animó el entierro, esas filas de gente en el Capitolio, fue un plebiscito por la paz y nos animó a seguir adelante", confiesa.

Su compañero fue asesinado el 26 de abril de 1990, meses después de la simbólica fundición de armas en el Cauca, decisión que se había tomado en 1989 por votación en la última conferencia del M-19.

Hoy el M-19 no existe, se extinguió tras los malos resultados en las elecciones de 1994, pero algunos de sus integrantes han sido en los últimos años ministros, gobernadores o congresistas.

El que más lejos ha llegado es Gustavo Petro, actualmente alcalde de Bogotá y fundador del Movimiento Progresista.

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