La anunciada bajada de impuestos del primer ministro, Manuel Valls, no calma los ánimos en Francia. Los representantes sindicales de la Hacienda gala temen una escalada de violencia contra los inspectores y técnicos. Ya son varias las oficinas de recaudación de impuestos que han sido objeto vandalismo.
Según publica el diario Le Figaro, desde finales de septiembre se han registrado algún tipo de "ataque" en Morlaix (Finistère), Questembert (Morbihan), Balma (Haute-Garonne), Sarrebourg (Moselle) y Albertville (Savoie).
"Sufrimos una escalada de agresividad desde hace tres o cuatro años debido al aumento de la presión fiscal", asegura al diario un agente de Hacienda en Córcega.
Los sindicatos atribuyen el fenómeno a la "inestabilidad de la legislación fiscal y a un cierto discurso político anti-impuestos". El personal de Hacienda se considera víctimas indirectas del enfado de los contribuyentes. Denuncian que en los últimos años los recortes han mermado sus efectivos y cada vez es más difícil "dar un buen servicio" al contribuyente. Entre 2002 y 2013 han desaparecido 30.000 empleos de la administración fiscal.
Los cambios legislativos inducen además a la confusión y son frecuentes las largas filas de espera de usuarios en busca de ayuda y aclaraciones. Un contexto que permite que cualquier incidente pueda prender la mecha de la violencia.
En los centros, los funcionarios se sienten desprotegidos. Aseguran que no se realizan suficientes esfuerzos para buscar y castigar a los vándalos y violentos. Reclaman a las fuerzas políticas que cambien su discurso y muestren la utilidad social y económica de los impuestos.
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