La tortura, más aceptada entre los franceses tras los atentados de 2015

Tras los atentados yihadistas de 2015 en Francia, la mayoría de franceses acepta el recurso a la tortura por parte de las fuerzas de seguridad, según un sondeo de una asociación de lucha contra esta práctica.

"Sospechábamos que había una aceptación cada vez mayor de la tortura en el contexto del auge del terrorismo, pero no nos dábamos cuenta de que la evolución era tan dramática", comentó a la AFP Jean-Etienne de Linares, delegado general de la Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura (ACAT).

Según el informe anual de la ACAT sobre el fenómeno de la tortura en el mundo, el 54% de los franceses encuestados consideran justificado que un policía aplique descargas eléctricas a un sospechoso de haber puesto una bomba para hacerlo hablar. En 2000, sólo eran el 34%, según un sondeo de CSA para Amnistía Internacional.

Para el 36% de las personas interrogadas, se puede aceptar "en algunos casos" el recurso a actos de tortura, lo que supone una subida de 11 puntos en comparación al sondeo de Amnistía Internacional del año 2000.

La evolución de una "tolerancia creciente con respecto a la práctica de la tortura del Estado" por parte de la opinión pública francesa va acompañada de un desconocimiento del fenómeno de la tortura, según la ACAT.

"Los franceses no se dan cuenta de que la mitad de los Estados torturadores utilizan diariamente estos métodos para oprimir a sus opositores y hacer confesar a presuntos delincuentes", señaló De Linares.

Según los autores del informe, "si la tortura es una práctica cotidiana en muchos países es porque los policías mal formados y mal pagados la utilizan" para obtener confesiones.

La tortura no permite, según la ACAT, obtener informaciones fiables, pero si que es muy útil para los regímenes autoritarios que desean atemorizar a sus opositores.

"Hacer callar y no hacer hablar. Muy eficaz desde que no se trata de obtener informaciones sino de acabar con cualquier veleidad y revuelta".

La ACAT también observó el desarrollo en la última década de un fenómeno nuevo: la tortura infligida a migrantes por grupos criminales con el objetivo de cobrar rescates, especialmente en el Sinaí egipcio y en Libia, pero también en México con los migrantes de América Latina como blanco.

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