Poco a poco, la moneda canadiense de menor valor irá desapareciendo del país. La razón es una, pero contundente. Y es que a la Casa de la Moneda de Canadá no le salen los números: Elaborar una moneda de un centavo es más caro que su valor.
El ministro de Finanzas canadiense, Jim Flaherty, había avisado hace unos meses. Las monedas de un centavo son "un estorbo y han cumplido con su cometido". De hecho, en mayo de 2012 pararon su producción. Desde el partido de la oposición no han puesto pegas, aunque sí han dedicado una sentida despedida en el parlamento.
"Se acumulan en montones, en tarros de galletas, debajo de las camas y en los cajones de los escritorios. No se puede tirar a la basura y cuestan más de lo que valen", ha dicho el demócrata Pat Martin.
Nueva Zelanda, Australia, Países Bajos, Noruega, Finlandia, Suecia y ahora Canadá. La lista de países que han eliminado a su moneda más chica sigue aumentando. Sin embargo, la retirada de la moneda de zinc canadiense será tranquila.
El Gobierno ha pedido a los comercios que vayan redondeando los precios, mientras que las compras por internet tendrán que esperar un poco. Aunque el cambio será lento, los homenajes han comenzado ya. Además del doodle que tuvo en la página canadiense de Google, el museo de divisas del Banco Central de Canadá ha instalado un mural con 16.000 monedas de un centavo.
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