El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado hoy la actualización del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) correspondiente al mes de noviembre.
Sus conclusiones no sorprenden. La percepción que los consumidores españoles tienen de la situación económica española continúa siendo radicalmente negativa
Sobre la escala de 200 puntos con la que trabaja el CIS, en la que todo lo que se sitúe por encima de 100 es considerado positivo y lo que esté por debajo de esta frontera, negativo; la confianza del consumidor se situó en noviembre en 45 puntos.
La parte positiva del asunto es que en octubre ese índice era aún más bajo (44,8 puntos) y que la depresión total mostrada en julio (37,6) se ha ido atenuando en los últimos meses. No obstante, el valor está entre los más bajos de la serie histórica iniciada en 2005.
El ICC mide, esencialmente, la percepción que los consumidores tienen de la situación actual y de cómo va a evolucionar en el futuro más inmediato.
Lo que muestran los indicadores es que el consumidor español ha depositado sus esperanzas, pocas todavía por cierto (61,3), en que la cosa mejore en el futuro, porque su percepción del momento actual difícilmente podría ser más negativa (28,8).
No es de extrañar cuando dos de cada tres reconocen tener problemas para llegar a fin de mes y uno de cada cinco admite que ha tenido que empezar a tirar de ahorros o incluso recurrir al endeudamiento para pagar las facturas.
Esto lleva siendo así meses, pero ¿cuáles son las razones concretas de esta desconfianza, de esta falta de fé de los consumidores en que la situación económica mejore? Según el CIS, básicamente, son éstas:
1. La disminución de ingresos de la unidad familiar (34%).
2. La inflación, el alza continuada de los precios (33,8%).
3. La orientación de la política económica (25,5%).
4. Estar en paro o amenazado de quedarse sin trabajo (25,2%).
5. Situación de dificultades económicas de la unidad familiar (12,3%).
6. Estancamiento del sueldo o de la situación laboral (10,8%).
7. Incremento de los gastos familiares (8,4%).
8. Preocupación por la situación laboral o futura (3,5%).
9. La pensión de jubilación no le alcanza para financiar los gastos (2,2%).
10. Disminución sensible de la capacidad de ahorro (2,1%).
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