Cinco lecciones que puede aprender EEUU de la crisis europea

  • Aquí hay algunas lecciones de la crisis europea que son aplicables a los actuales problemas económicos de Estados Unidos.
Michael Moran, Nueva York (EEUU) | GlobalPost

Crecer o morir

Cuando el tamaño de la montaña de deudas de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) se hizo evidente, la respuesta política dictaminada por Alemania  resultó ser desastrosa. Como resultado de ello, han exigido austeridad punitiva contra los griegos, irlandeses, portugueses, italianos y españoles. Esto sólo ha contribuido a empeorar la crisis.

La austeridad ha ralentizado el crecimiento e incluso ha provocado la recesión, sobre todo en Grecia. Por lo tanto, los mercados se muestran pesimistas de que la mezcla de la deuda y el bajo o negativo crecimiento del PIB pueda ser sostenido.

La lección para Estados Unidos es simple: cuando la lucha contra enormes deudas a largo plazo necesita ser refinanciada en los mercados mundiales, los recortes radicales y mecánicos en el gasto público van a empeorar la crisis. Un enfoque moderado  que mantenga vivo el crecimiento a través de estímulos a corto plazo - al tiempo que se traza un plan a medio plazo para poner freno a las obligaciones del gobierno - es el camino que se debe seguir con este delicado tema.

Exagerar el riesgo de la inflación

Desde 2008, las voces de la derecha en los EEUU y en Europa (principalmente las voces que vienen de Alemania) han advertido que mantener las tasas de interés cercanas a cero es correr el riesgo de desatar una hiperinflación al estilo de la de 1930. Y, sin embargo, desde el año 2008, la Reserva Federal ha mantenido el rumbo, y la inflación sigue siendo el menor de nuestros problemas.

Por desgracia, los temores históricos de Alemania sobre la inflación obligaron al Banco Central Europeo a subir las tasas en 2009 cuando comenzó la crisis financiera, provocando que el euro aumentase de valor, y reduciendo las economías de los PIIGS, ya de por sí con baja competitividad.

El BCE agravó el error en julio, aumentando las tasas de nuevo debido a las presiones de fijación de precios a la baja. El nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, dio marcha atrás en cuanto sustituyó a Jean-Claude Trichet en noviembre, pero muchos creen que la rectificación de las medidas ha llegado demasiado tarde para ayudar a las economías más débiles de Europa.

Hoy en día, frente a una crisis existencial, el BCE ha empezado tardíamente a hacer precisamente lo que la Fed ha estado haciendo todo el tiempo - reducir las tasas, comprar los bonos que el mercado está rechazando y hacer todo lo posible para mantener vivo el crecimiento.

Por desgracia, Alemania seguirá sin permitir que el Banco Central Europeo se convierta en el prestamista en última instancia de la zona euro. Se trata de mantener la volatilidad del mercado vivo y bien. Los estadounidenses deberían estar agradecidos de que su propio banco central mande el mantenimiento del empleo junto con la estabilización de los precios, y de que no esté en deuda con los políticos hasta ese punto en que lo está el BCE.

No se pueden ignorar las pérdidas de los bancos

A lo largo de la crisis de la zona euro, una de las grandes preocupaciones ha sido el hecho de que las prácticas del pasado alentaron a los bancos – especialmente a los grandes de Francia y Alemania, a prestar imprudentemente a Grecia, Portugal, Irlanda y a otros países que ahora están en la cuerda floja.

Está claro que esta exposición de algunos bancos - incluyendo a gigantes como Societe Generale, Commerzbank, BNP Paribas y otros – podría fracasar. Esto no sólo hundiría a Europa en la crisis, sino que también amenaza con derribar a todos estos socios de los bancos comerciales de EE.UU. y de todo el mundo, al igual que sucedió con Lehman Brothers en 2008.

Para evitar estos riesgos, la UE llevó a cabo "tests de esfuerzo" de los bancos del continente, un modelo de auditoría similar al que la Reserva Federal llevó a cabo en 2010. Los resultados: papel mojado.

Mientras que algunos bancos pequeños fueron catalogados como de alto riesgo, se ocultaron la mayoría de los posibles desastres potenciales.

De alguna manera, esto tiene sentido, ya que dio a los bancos tiempo para cumplir los nuevos requisitos de que incrementen sus reservas.

Sin embargo, en ausencia de que el BCE pueda ser "prestamista de última instancia" como se ha descrito anteriormente, el riesgo sigue siendo elevado de que el incumplimiento de, por ejemplo, Italia, o incluso la continuación de la actual muerte por los mil y un recortes pueda causar otras quiebras de grandes bancos.

La lección para EEUU es clara: mientras que las auditorías de la Reserva Federal del banco han sido más creíbles, también estaba dispuestas a "aprobar" a muchos bancos que tienen grandes problemas de balance.

Por ejemplo, Chris Whalen, uno de los principales analistas bancarios del país, cree que Bank of America - que se tragó al gigante hipotecario Countrywide justo antes de la crisis - ahora tiene deudas incobrables de más de 100.000 millones de dólares en sus libros de cuentas y el Banco "debería declararse en bancarrota". Bank of América lo rechaza, y la Fed y otros reguladores lo respaldan.

Pero las matemáticas son las matemáticas: en una crisis, Bank of America y otros varios no están sino recurriendo de nuevo al cuenco de las limosnas.

Esta realidad debería atajarse por adelantado antes de una crisis.  De lo contrario, la alternativa será de nuevo otro Programa de Alivio de Activos Tóxicos o la depresión.

Las clasificaciones pueden ser peligrosas para la salud

Los estadounidenses, que suelen hacer caso omiso de las cosas que suceden a otras personas ya que se consideran excepcionales, restan importancia al hecho de que el mercado de bonos de Alemania haya perdido atractivo.

Piense en esto: Alemania tenía problemas para prestar en los mercados internacionales. A la semana siguiente,  las agencias de calificación internacionales colocaron a Alemania, así como a otros 15 países de la zona euro, avisando de que su calificación crediticia podría degradarse.

Para simplificar las consecuencias, pienso de esta manera: no importa quién gane en noviembre de 2012, el endeudamiento del Gobierno estadounidense va a continuar. Ninguno de los planes del Gobierno o de los Demócratas piden un presupuesto equilibrado para el año 2013 (de hecho, ninguno de ellos ni siquiera se lo plantean en una década). Por otra parte, las deudas pendientes tienen que saldarse cuando los bonos venzan.

En este punto, el país está expuesto a las tasas del mercado para el siguiente lote de préstamos. Si EEUU piensa que la degradación continua no tendrá consecuencias, basta con mirar a Europa. Italia, la octava economía más grande del mundo y el productor de las marcas de clase mundial como Ferrari, Fiat (Chrysler), Dolce Gabanna y Parmalat, está pagando las tasas de interés de las tarjetas de crédito en sus ventas de bonos. (Para solucionar esto, vuelva a releer el punto 1).

China juega a largo plazo

Cuando a China se le dio recientemente la oportunidad de hacerse con algunas gangas en Europa –un fabricante de automóviles, quizás un banco- a cambio de ayudar a rescatar a Italia, China se resistió. China sabe que el tiempo está de su lado, y el rescate de Europa perpetúa un mundo en el que China es una potencia de segundo nivel. Mientras que China se juega mucho más en la salud económica de EEUU, el largo plazo siempre es una especialidad china.

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