Renunciar a los Juegos es un buen negocio: cinco motivos económicos que lo avalan

    • El tener el 80% de las infraestructuras olímpicas ya terminadas hace que la mayor parte de los beneficios para la economía y el empleo de celebrar unos Juegos ya se hayan amortizado.
    • El coste final de organizar unos Juegos Olímpicos siempre termina disparándose. En los últimos 50 años, la desviación media respecto al presupuesto inicial ha sido del 179%, según un estudio de la Universidad de Oxford.
Imagen de abatamiento de la delegación española tras la decisión del COI de que sea Tokio la sede de los Juegos Olímpicos de 2020.
Imagen de abatamiento de la delegación española tras la decisión del COI de que sea Tokio la sede de los Juegos Olímpicos de 2020.

La decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de descartar Madrid como sede para los Juegos Olímpicos de 2020 y la posterior del Ayuntamiento de Madrid de renunciar a la carreara olímpica para el año 2024 podrían tener más consecuencias positivas que negativas para el futuro de la ciudad, al menos desde el punto de vista económico y financiero.

Los precedentes más inmediatos, con la brillante excepción de Barcelona 92, muestran que los impactos positivos sobre la economía, el empleo, la afluencia de turistas y la imagen de la ciudad de acoger un macroevento de estas características rara vez compensan el esfuerzo financiero realizado, y que su celebración acaba convirtiéndose siempre en un mal negocio desde el punto de vista económico.

1. Una máquina de generar gasto público. El pasado sábado ninguna candidatura respondió a la pregunta del representante tunecino del COI sobre los eventuales cambios que se podrían producir en la plan maestro de cada proyecto olímpico por parte de las ciudades candidatas y su comunicación al Comité. Y el caso es que, probablemente, era la pregunta que tenía más sentido.

Según un estudio realizado por la Universidad de Oxford, la desviación presupuestaria media respecto del proyecto inicial en los Juegos Olímpicos celebrados en los últimos 50 años ha sido del 179%.

Los ejemplos surgen por doquier. Londres 2012 estimó inicialmente un gasto de 3.000 millones de euros, finalmente su coste se disparó a 12.000 millones según fuentes oficiales. Atenas 2004 iba a costar poco más de 4.000 millones, al final el gasto declarado se elevó hasta cerca de 8.000 y manifestaciones realizadas años más tarde por responsables políticos locales apuntaban a que la cifra real fue aún más alta, en el entorno de los 20.000 millones de euros. Sobre Pekín 2008 no hay cifras oficiales, pero algunas estimaciones privadas sitúan el gasto de su celebración en ¡¡30.000 millones de euros!!

¿Cuál era la estimación de gasto de la candidatura Madrid 2020? 1.516 millones de euros, sensiblemente por debajo de esas cifras. ¿Creen que los organizadores de los JJOO de Madrid habrían conseguido mantener el gasto en esa cifra?

El coste, además, es asumido siempre por las arcas públicas. Según María Pilar Rodríguez, de la Escuela de Organización Industrial (EOI), los Juegos Olímpicos en la actualidad tienen dos características esenciales: "números rojos para el contribuyente y extraordinarios beneficios para los contratistas".

2. Un trampolín económico cuestionable. A semanas de dejar su cargo el presidente del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se atrevió a decirlo recién terminados los Juegos de Londres. Los Juegos generarían un repunte coyuntural de la actividad económica e incluso un cierto 'efecto ilusión', pero no tendrían un impacto económico relevante a medio plazo sobre la economía británica.

Muchos analistas coinciden con esta apreciación: organizar los Juegos aporta más beneficios desde la perspectiva política y de imagen que desde la económica. Su impacto en el PIB rara vez supera el 1% (y, en buena medida, por el enorme esfuerzo inversor de las Administraciones en su organización) y en muchos casos su celebración suele venir seguida de un periodo recesivo.

No hay que irse muy lejos para encontrar un ejemplo de 'recesión post-olímpica'. España cayó en recesión en 1993 tras el parón inversor que siguió a los fastos de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos de Barcelona 92. No se recuperó hasta tres años más tarde. ¿Qué decir de Grecia?

Aunque el ejemplo más paradigmático fue Montreal 76. Los ciudadanos de la localidad canadiense sufrieron tres décadas de austeridad e impuestos altos para pagar la gravosa factura en forma de deuda dejada por la celebración de los Juegos Olímpicos.

3. Buena parte de los beneficios económicos ya se han amortizado. Madrid 2020 subrayaba como una de sus grandes ventajas el hecho de que el 80% de las infraestructuras necesarias para la celebración de los Juegos hubieran sido ya finalizadas. Tal ventaja, que lo era en comparación con el resto de candidaturas, constituía también una de sus principales desventajas desde el punto de vista económico.

Buena parte del impacto que para las ciudades y países que celebran unos Juegos Olímpicos tiene la preparación de los mismos ha sido ya amortizado en el caso de Madrid.

Las propias estimaciones del Ayuntamiento de Madrid así lo señalan. La ciudad habría absorbido ya tres cuartas partes del beneficio económico previsto con la inversión asociada a los Juegos y algo similar ocurre con la previsión de creación de empleo. Las inversiones ya realizados para la preparación de los Juegos habrían generado hasta ahora cerca de 70.000 empleos; la concesión de los mismos apenas generaría de 2013 a 2020 unos 27.000 más, poco más de 3.000 por año.

La consejera de Empleo de la Comunidad de Madrid reconocía esta semana que el impacto negativo de la no concesión de los Juegos de 2020 sería prácticamente inapreciable sobre la economía regional.

4. Dudas sobre el impulso sobre el turismo. Desde Barcelona no hay ciudad que aspire a acoger unos Juegos Olímpicos que no incorpore a su argumentario los extraordinarios beneficios que su celebración tendrá para el sector turístico local y nacional.

El caso de Barcelona es de estudio. No ha sido ni mucho menos la sede que más visitantes ha atraído durante la celebración de los Juegos (450.000 frente a los 1,6 millones que, por ejemplo, viajaron hasta Sidney o los 750.000 que se desplazaron a Atenas en 2004).

Sin embargo, ninguna otra sede ha sabido capitalizar mejor la celebración de este macroevento deportivo. Los apenas 300.000 turistas extranjeros que iban a Barcelona en 1985 se cuatriplicaron hasta más de un millón desde su designación como sede y se volvieron a triplicar en la década siguiente hasta superar los tres millones.

Nadie ha optimizado tanto su condición de sede posteriormente. La candidatura de Madrid 2020 esperaba que su designación incrementara en un millón el número de turistas foráneos que visitan anualmente la ciudad entre 2013 y 2020, y añadiera otro millón más tras la celebración de los Juegos con un impacto económico de 5.822 millones de euros y 59.095 empleos, lo que supondría incrementar en un 0,5% el número total de ocupados en la ciudad.

A ello había que añadir las 800.000 personas que, según las estiamciones de la candidatura, vendrían a Madrid durante la celebración de los Juegos.

En el sector turístico hay quien pone en duda estas cifras bajo el argumento de que Madrid es hoy un destino turístico mucho más maduro y reconocible de lo que era Barcelona en 1985. De hecho, en la última década la afluencia de turistas a la ciudad de Madrid se ha incrementando a un ritmo superior al 3% anual, por encima de la media española, según admitía en su dossier 'olímpico' el ayuntamiento capitalino.

5. El incómodo legado 'olímpico' El legado olímpico es uno de los mayores quebraderos de cabeza para los ciudades que pretenden organizar unos Juegos. ¿Quéhacer con gigantes y ultramodernas instalaciones deportivas cuyo objetivo principal es acoger una competición que apenas se extiende durante tres semanas?

Todas las sedes se esfuerzan en los proyectos que presentan al COI por glosar sus ingeniosas soluciones para darles uso después de los Juegos, pero la realidad resulta luego mucho más cruda.

Muchas de las fantásticas instalaciones deportivas que Grecia financió para sus Juegos se encuentran hoy abandonadas, Londres jugó la baza de los pabellones desmontables cuya huella urbanística es menor pero con un coste económico muy similar y un uso posterior reducido.

La propia ciudad de Madrid ya ha tenido tiempo para comprobar lo difícil que es rentabilizar y garantizar un uso cotidiano a instalaciones como el Estadio Olímpico de La Peineta, la Caja Mágica o el Madrid Arena. Celebrar los Juegos significaría elevar aún más la cifra de 'elefantes blancos' (nombre con que se designan estas grandes instalaciones infrautilizadas) esparcidos por la ciudad.

Mostrar comentarios