¿Está Apple cometiendo los mismos errores que casi le llevan a la bancarrota en 1997?

    • Sin Steve Jobs, el lanzamiento de productos poco innovadores, la apuesta por mercados en los que no era líder o la búsqueda beneficios a toda costa casi arruinan Apple entre 1995 y 1997.

    • La falta de un líder creativo como Steve Jobs podría lastrar el futuro de la compañía, ya que los mercados ven a Tim Cock como un técnico no como un innovador.

Año 1985. El 1 de mayo Steve Jobs anunciaba que no seguiría al frente de Apple. John Sculley, el hombre que él mismo había traído de Pepsi para 'cambiar el mundo', había convencido al Consejo de Administración de la compañía de la manzana mordida de que su fundador era prescindible. Para Sculley, Jobs era malo para el negocio.

Ya con el poder absoluto, y apoyado en el relativo éxito de ventas del Macintosh, el primer ordenador personal con ratón e interfaz gráfica, el CEO de Apple decidió que era el momento de dedicar menos energías y recursos a la innovación: había que empezar a rentabilizar los productos existentes.

Durante el reinado de Sculley la familia Macintosh creció desmesuradamente, con hasta 36 modelos y versiones diferentes. Apenas se presentaron productos revolucionarios y sí evoluciones más o menos mejoradas de los ordenadores personales preexistentes. El presidente de Apple estaba decidido a maximizar los beneficios, exprimir la gallina de los huevos de oro, y hacer felices a los accionistas con el reparto de dividendos.

La compañía llegó a su punto más alto el 1 de mayo de 1987, justo dos años después de que Steve Jobs anunciase su despedida, cuando las acciones de Apple llegaron a cotizarse a 79 dólares por título, impulsadas por la inercia de las ventas de las creaciones que Jobs había dejado en la compañía antes de abandonarla.

Caída en picado

A partir de ese momento comenzó una agónica decadencia que se prolongó durante una década. Sculley fue despedido en 1993 y los nuevos gestores 2013el alemán Michael Spindler (1993-1996) y Gil Amelio (1996-1997)2013 ahondaron en los errores cometidos por su predecesor.

Continuaron con la fabricación de ordenadores de dudosa calidad. Permitieron a otras compañías hacer 'copias baratas' de sus ordenadores para que su sistema operativo pudiera competir con el Windows de Microsoft y apostaron por nuevas áreas de negocio en las que Apple no tenía experiencia, como los videojuegos. Fracasaron estrepitosamente.

El primer día de julio de 1997 las acciones cerraron su cotización en Wall Street a 13,19 dólares, aproximadamente un 84% menos que 10 años antes y su valor más bajo desde que Steve Jobs abandonó la compañía. A Gil Amelio no le quedó más remedio que tomar una decisión desesperada: comprar Next por 400 millones de dólares para que Jobs regresase a Apple y la rescatase de la quiebra.

De vuelta a la innovación

En 1997, Apple estuvo a sólo 90 días de declararse en bancarrota. Steve Jobs lo confesó poco después de ser nombrado de nuevo presidente. Para salvarla, no dudó en pedir ayuda a su hasta entonces archienemigo Bill Gates, que invirtió 150 millones de dólares a cambio de que programas de Microsoft como Office o Internet Explorer entrasen en el universo Mac.

En apenas unos meses el hijo pródigo de Apple comenzó a darle la vuelta a la situación: en 1998, de la mano del diseñador Jonathan Ive llegó el colorido iMac y, con él, el inicio de la era dorada de la compañía.

La década comprendida entre 2000 y 2010 mostró a un Jobs visionario, un genio del marketing moderno que revolucionó tres grandes mercados enormemente rentables: la música digital, con el iPod; la telefonía móvil, con el iPhone; y la informática, con el iPad.

Sin embargo, tras su fallecimiento el 5 de octubre de 2011 la sombra de duda sobre el futuro volvió a planear sobre la compañía. Sin Jobs Apple continúa realizando grandes productos, probablemente los mejores del mercado, pero ha perdido parte de su capacidad para sorprender a los usuarios y al mercado.

¿La historia se repite?

A diferencia de su antecesor, Tim Cook ha convertido a Apple en previsible. Y el mejor ejemplo es el más que rumoreado lanzamiento del iPad Mini, del que ya se conocían casi todos los detalles incluso meses antes de su presentación.

La versión reducida de la tableta ha sido el sexto gran anuncio de la compañía desde que Jobs se apartó de la dirección 2013tras el iPhone 4S, el nuevo iPad, el nuevo Apple TV, el MacBook con pantalla retina y el iPhone 52013, quizá demasiados productos en sólo 12 meses para una empresa como Apple.

Tampoco han ayudado a encauzar la situación asuntos como el 'mapplegate'. Las quejas reiteradas sobre las carencias del nuevo sistema de mapas incluido por la compañía de la manzana en el sistema operativo iOS 6 son un borrón en el historial de una empresa que nos tiene acostumbrados a mimar cada detalle.

Otra muestra de que algo podría estar cambiando en el seno de la compañía de Cupertino (California, EEUU), y que recuerda a errores del pasado, es que el pasado mes de agosto Apple pagó dividendos a sus accionistas por primera vez en 16 años.

La compañía premió a sus inversores con 2.000 millones de euros, algo que no sucedía desde que Steve Jobs regresó a la compañía.El fundador del gigante tecnológico manifestó en numerosas ocasiones que prefería emplear el exceso de tesorería en I+D que en engordar la cuenta corriente de los accionistas.

También tiene un cierto aroma a 'déjà vu' la decisión de Apple de entrar en un mercado, el de las tabletas de 7 pulgadas, en el que no parte con una posición dominante. De hecho, Tim Cook y su equipo han sido los últimos en llegar y el iPad Mini cuenta con hasta cinco duros competidores en el mercado.

La falta de un líder creativo

Esta nueva orientación empresarial podría convertirse en un problema si Apple se esfuerza en tener más contentos a sus accionistas que a sus clientes. El analista George Colony, presidente de la consultora tecnológica Forrester Research, escribía recientemente en su blog que este tipo de circunstancias pueden producirse cuando empresas basadas en la creatividad caen en manos de técnicos, categoría en la que incluye a Cook.

Colony prevé que la inercia provocada por la gestión de Steve Jobs 'durará entre 24 y 48 meses' y que, pasado ese punto, 'la carencia de un líder carismático hará que Apple pase de ser una compañía grandiosa a una buena empresa'. Para justificar su argumento el experto recuerda lo sucedido en otras compañías revolucionarias como Sony, Polaroid o Disney cuando falleció su fundador.

Para el CEO de Forrester Research, Apple debería apostar por poner al frente de la compañía a un espíritu creativo, un líder con raíces en la compañía y capacidad para imaginar productos revolucionarios. Incluso Colony se permite el lujo de desvelar sus dos favoritos: Jonathan Ive, responsable del diseño del iMac o el iPod, y Scott Forstall, el cerebro detrás del iOS.

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