Cerveza del sur de Chile, la perla alemana que sobrevive al paso del tiempo

  • Tras los prados verdes y los caudalosos ríos que dibujan el paisaje de la selva valdiviana, en el sur de Chile, se vislumbra el legado cultural de los colonos alemanes que se instalaron en ese país a mediados del siglo XIX y cuya tradición cervecera ha sobrevivido al paso del tiempo.

Víctor Martí

Valdivia (Chile), 14 sep.- Tras los prados verdes y los caudalosos ríos que dibujan el paisaje de la selva valdiviana, en el sur de Chile, se vislumbra el legado cultural de los colonos alemanes que se instalaron en ese país a mediados del siglo XIX y cuya tradición cervecera ha sobrevivido al paso del tiempo.

En la Región de los Ríos, a 800 kilómetros al sur de Santiago, puerto principal de entrada de la migración alemana, han aflorado pequeños fabricantes artesanales que aprovechan la baja mineralización de las aguas de la zona para crear cervezas "selectas", ideales para acompañar carnes y pescados.

"Las aguas blandas de los ríos de la zona nos permiten conjugar mucho mejor los sabores de las maltas. Al ser aguas más livianas y menos duras, podemos hacer cervezas más sedosas, más equilibradas", explica a Efe Marcelo Azócar, responsable de la cerveza artesanal Chacau.

La de Azócar es una de las quince pequeñas plantas cerveceras que actualmente proliferan en la cuenca de los ríos Calle-Calle, Cau-Cau, Cruces y Río Bueno, que ocupan cerca de 10.000 kilómetros cuadrados de la superficie de esta región del sur de Chile.

Todo ello siguiendo el método de fabricación que hace más de 150 años instauraron los colonos alemanes y austrohúngaros que se beneficiaron de la "Ley de inmigración selectiva", impulsada en 1845 por el Gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851), que tenía por objetivo atraer a profesionales para poblar zonas del sur de Chile.

Los emigrantes centroeuropeos padecían entonces las consecuencias de la revolución de 1848-1849, que pretendía acabar con la monarquía absoluta en los territorios actuales de Austria y Alemania para establecer un parlamento.

Uno de los colonos que se instalaron en Valdivia fue Karl Anwandter, un farmacéutico prusiano que en 1855 creó la primera fábrica de cerveza de la región para refrescar las gargantas de los compatriotas que iniciaban una nueva vida en Sudamérica.

Este emprendedor europeo, además de aprovecharse de la baja mineralización de las aguas valdivianas, se encontró con un clima templado y húmedo durante todo el año que le permitía producir una cerveza similar a la que se elaboraba en su territorio de origen.

El éxito de la empresa fue tal que en 1894 la producción de Anwandter alcanzaba los 12 millones de litros al año, de los cuales el 60 % se destinaba al mercado chileno, mientras que el 40 % restante se exportaba.

Un siglo y medio después, el legado de la familia Anwandter, cuyo negocio quebró en 1960, se mantiene vivo gracias a marcas de gran consumo, como la cerveza Kunstman, y al trabajo de los productores artesanales que buscan un espacio en el mercado cervecero para promocionar sus productos.

Por ello, los productores de la zona y el Gobierno de Chile están aunando esfuerzos para crear un sello de calidad, similar a la denominación de origen que se otorga a los vinos, que permita garantizar la calidad del producto y promocionar el turismo de la Región de los Ríos como epicentro cervecero de Chile.

"Hoy en día hay mucha gente haciendo cerveza justamente porque para hacer cerveza no se necesita mucha inversión. Ahora bien, crear una marca y un producto de calidad no es tan fácil", enfatiza Rodrigo González, fabricante de la marca Selva Fría.

Rodrigo produce mensualmente 2.500 litros entre cerveza negra y cerveza rubia que se comercializa principalmente en bares y restaurantes de la ciudad de Valdivia.

"Nosotros somos una nanocervecería con la previsión de crecer, porque el mercado nos lo está demandando, pero nuestra carta de presentación siempre ha sido la calidad", puntualiza el cervecero.

El fundador de Selva Fría advierte, sin embargo, que la proliferación de maquinas económicas ha provocado la afloración de muchos fabricantes que ofrecen productos de menor calidad.

"Hay que hacer un trabajo de base que tiene que ver con establecer un estándar de calidad que proteja el sello. Tenemos un montón de posibilidades pero nos falta capacidad", enfatiza.

En este sentido, Azócar anima a aprender del legado de Anwandter y dar a conocer la cerveza valdiviana fuera de las fronteras chilenas.

"Estamos agrupándonos para buscar mejor posicionamiento fuera. Hace poco tiempo estuvimos con los miembros del jurado del tour catador de vinos y licores de Chile, uno de los concursos más importantes de Latinoamérica, y el jurado, europeo y asiático, se marchó con muy buena imagen de nuestra cerveza", resalta satisfecho.

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