José Luis Sampedro, la conciencia de la economía

    • Fue Premio Nacional de las Letras, pero también trabajó para el Banco Exterior de España durante décadas. Tuvo que exiliarse, volvió y fue senador constituyente.
    • Se convirtió en conciencia y símbolo del lado más social de la economía, hasta el punto de adherirse al movimiento 15-M.
Después de indignarte, ¡reacciona!
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L.Pintos / M.Fernández
Álex Medina R.
Álex Medina R.

José Luis Sampedro (Barcelona, 1 de febrero de 1917 - Madrid, 9 de abril de 2013) es lo opuesto a un best-seller, pese a que su aparición en el programa de La Sexta Salvados le devolviese al centro de la escena mediática. Sea como economista, profesor, político, humanista o novelista, su biografia puede empezarse por media docena de momentos y nos dejan una historia pausada y coherente, lejos de los éxitos fulgurantes.

El primero es su infancia, que pasó en el Tánger de los múltiples protectorados, en aquella ciudad repleta de espías de entre guerras justo cuando nacía el concepto de espía.

El segundo es su juventud, enterrada en las trincheras de la Guerra Civil, a la que se incorporó en el ejército republicano, pero la luchó enteramente en el nacional en Melilla, Cataluña, Guadalajara y Huete (Cuenca).

Nacido en una familia donde se consideraba al socialismo sinónimo de anarquía, la posguerra la comenzó como funcionario de Aduanas en Melilla.

En esto que llega el tercero de los inicios posibles: su ingreso en 1944 en la recién inaugurada Facultad de Ciencias Económicas de la Complutense, en Madrid.

Allí es donde se encuentra con el profesor nazi Heinrich Freiherr von Stackelberg, un economista que hoy sería bastante más reconocido de no ser por el adjetivo de nazi que le acompaña. Invitado en 1943 a unas conferencias en Madrid, ya se quedó en España hasta su muerte de cáncer en 1946.

De Stackelberg, Sampedro (y otros grandes economistas de la transición) aprendería teorías como las de la competencia imperfecta, la de los precios o la del duopolio que desarrolló el propio economista alemán. También descubriría que la economía carece de compasión.

Llegamos a la cuarta forma de abordar su biografía: su dilatada trayectoria como economista. Premio Extraordinario de licenciatura en 1947, un año después entra en el Servicio de Estudios del Banco Exterior de España y sería asesor del ministro de Comercio a principios de los años 50.

Durante esa década ejerce de catedrático de Estructura Económica y continúa escalando posiciones en el Banco Exterior hasta ser subdirector general. De 1961, igualmente, es una de sus novelas más conocidas, El río que nos lleva.

Surge en aquellos años el quinto momento vital que podría haber servido de arranque. A mediados de los sesenta son expulsados de la Universidad los profesores Aranguren y Tierno Galván y de aquellos polvos vinieron los lodos que acabarían con un breve exilio de Sampedro en Inglaterra.

A principios de lo setenta vuelve al Ministerio de Hacienda y en 1976, a su Banco Exterior, al que seguiría vinculado de una forma u otra hasta su jubilación, en 1984, exceptuando su pequeño paréntesis en la política, ya que fue senador por designación real en las cortes constituyentes de 1977.

Los ochenta alumbran al Sampedro novelista: Octubre, octubre y, sobre todo, La sonrisa etrusca, una de las obras en castellano más vendidas en su momento. Ingresa en la Real Academia de la Lengua y se forja una sólida trayectoria literaria.

Sin embargo, todavía falta el último Sampedro, el que ha terminado como símbolo del 15-M. Este trayecto le ha llevado desde las pancartas del No a la guerra de 2003 al regreso a la teoría económica de base para afrontar (y acaso explicar) los efectos devastadores de la crisis.

"El capitalismo está muerto", aseguraba poco antes de fallecer, a los 96 años, más despierta que nunca su faceta como economista y convertido en la conciencia del sistema. Justo a tiempo para denunciar el miedo que atenaza a la sociedad actual y comparar a la economía con la política y la religión, tres regímenes que no admiten que las viejas reglas han cambiado.

Como toda biografía siempre se puede resumir en una frase, la de Sampedro parte de su propio credo personal, que asegura:"Creo en el Hombre, su avanzado Hijo, concebido en ardiente evolución, progresando a pesar los Pilatos e inventores de dogmas represores para oprimir la Vida y sepultarla. Pero la vida siempre resucita y el Hombre sigue en marcha hacia el mañana."

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