La Cumbre de Babel: los secretos ocultos tras la gran cita europea

  • La Cumbre que arranca hoy intenta vender a los mercados el mensaje de que sentará las bases de una nueva Europa, más integrada, federal y unida. Sin embargo, la realidad es que todavía está por ver que se logre un objetivo tan ambicioso, debido a los intereses cruzados de cada país, pero, sobre todo, de Alemania y Francia.

El lado oscuro (Ferran)
El lado oscuro (Ferran)
Alex Medina R.
Ruth Ugalde/Beatriz Toribio

La Cumbre que arranca hoy intenta vender a los mercados el mensaje de que sentará las bases deuna nueva Europa, más integrada, federal y unida. Sin embargo, la realidad es que todavía está por ver que se logre un objetivo tan ambicioso, debido a los intereses cruzados de cada país, pero, sobre todo, de Alemania y Francia.

Los primeros defienden una Europa más unida, con cesiones de soberanía de todos los países, mientras que los segundos dicen que lo importante para calmar a los mercados y dejar atrás la crisis está en crear eurobonos. Dos puntos que, en teoría, recibirán respaldo en las reuniones de hoy y mañana, aunque son muchos quienes se muestran excépticos.

"En esta Cumbre se están poniendo muchas esperanzas, pero está por ver qué se consigue. Si Alemania y Francia siguen sin ponerse de acuerdo, será otra vez una declaración de buenas intenciones que queda en nada", señala un portavoz de Bruselas.

Las diferencias entre el presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel son de fondo, porque detrás esconden la idiosincrasia de cada Estado o, dicho de otro, lo que determina los votos de cada mandatario en su país.

Dos gigantes divididos

"La grandeur francesa no permite una cesión de soberanía, y ésta sólo se podría justificar si previamente se ha doblegado a Alemania, haciéndole aceptar los eurobonos. Pero, claro, Merkel dice que éstos sólo estarán al final del camino, después de aceptar una mayor unión", explica la misma fuente.

Detrás de este equilibrio de poderes está el reparto de pesos que tienen la dos potencias europeas. Alemania, innegable, es el líder, para bien y para mal. Por tanto, ante una cesión de soberanía, es quien sale ganando, porque es el Estado con más peso.

Pero, cuando se trata de poner dinero y arrimar el hombro por los agujeros de otros, sale perdiendo, porque es quien más tiene que aportar: un 28% del total, frente al 21% galo.

¿Y el resto de los países? Los más pequeños y solventes, como Holanda, por ejemplo, suelen mostrarse reacios cuando se trata de activar mecanismos que, de una u otra manera, les obliguen a aportar más dinero o poner en juego la solvencia de su deuda soberana.

Pero su peso es tan pequeño, que apenas tienen importancia dentro del gran problema en que se ha convertido la superviviencia del euro.

Los denominados periféricos son los más interesados en que esta Cumbre se salde con acuerdos en firme. Grecia, Portugal e Irlanda, lógico, porque ya han sido rescatados; mientras que Italia y España necesitan esta mayor integración para evitar seguir sus pasos.

Ambos están lanzando constatemento el órdago de ser demasiado grandes para caer -se estima que haría falta más de un millón de euros- y Francia les apoya, entre otros motivos, porque les necesita de cortafuegos, consciente de que detrás va ella.

De hecho, S&P ya le dio un toque de atención el pasado enero, cuando le quitó la tan preciada triple A a su deuda soberana, un castigo que recibió en pleno vendaval transalpino, con la salida forzada de Silvio Berlusconi y la imposición de Mario Monti.

España, a la expectativa

El Gobierno de Mariano Rajoy es "moderadamente optimista" respecto al resultado de esta Cumbre, según fuentes gubernamentales. Aunque otras fuentes prefieren ni mencionar la palabra "optimista".

En La Moncloa valoran positivamente que al menos ahora Europa se "está moviendo" pero no esperan "grandes soluciones". Se conforman con que de esta Cumbre salga un calendario concreto de acciones y medidas que refleje la apuesta por el euro y calme a los mercados.

Pero cuando se les pregunta a responsables del Gobierno sobre si tienen la certeza de que de volverán de Bruselas con este calendario, se limitan a contestar: "estamos trabajando en ello".

Lo que sí da por seguro el Gobierno español es que del Consejo Europeo saldrá un mensaje a favor de la unión fiscal y bancaria, horizonte en el cual sí será posible que Europa inyecte dinero a las entidades sin que los países deban respaldar esas ayudas.

Ayer, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, destacaron que seguirán peleando por que la ayuda para recapitalizar al sector financiero vaya directamente a la banca.

La Cumbre no llega ni a borrador

Ni siquiera el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompoy, es capaz de insinuar que de esta Cumbre saldrá algún tipo de compromiso en firme, como demuestra el hecho de que, en su comunicado previo a la reunión retrase cualquier tipo de acuerdo.

"Es necesario seguir trabajando para desarrollar una hoja de ruta específica y en un plazo determinado para el logro de la auténtica unión económica y monetaria", señala Van Rompuy, para retrasar a "un informe que se presentará al Consejo Europeo de diciembre" cualquier fruto en firme.

Los optimistas podrían confiar en que, al menos, de las reuniones que se tengan hoy y mañana salga algún tipo de borrador u hoja de ruta. Pero ni siquiera eso, ya que como advierte el propio presidente del Consejo Europeo, "el informe provisional podría ser presentado en octubre de 2012".

Hasta entonces, los mercados seguirán marcando la verdadera hoja de ruta.

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