Los cinco puntos calientes de la reforma de las pensiones

  • La reforma del sistema de pensiones está a punto de abrirse y, para evitar que se trate de un corte en canal, los expertos recomiendan centrarse en cinco puntos: subir la edad de jubilación a los 70 años, ampliar la base reguladora a toda la vida laboral, incentivar fiscalmente los planes privados, revisar las pensiones de viudedad y prejubilaciones y, sobre todo, no jugar políticamente con este tema.
Ruth Ugalde

Hay pocas verdades absolutas, incluso algunos piensan que ninguna, pero lo que resulta innegable es que el sistema de pensiones español está abocado al colapso si no se toman medidas. Las cuentas son muy fáciles: el número de pensiones pasará de 5 a 12 millones en 2050; cuando su peso sobre el PIB alcanzará el 11,3%, frente al 5% actual, y el salvavidas que representa a día de hoy la población inmigrante hará 30 años que se habrá pinchado, porque a partir de 2020 empezará a reducirse el efecto rejuvenecedor de estos trabajadores.

Esta cifras son conocidas por el Ministerio de Trabajo, ya que proceden del estudio elaborado por Zenón Jiménez-Ridruejo, profesor de la Universidad de Valladolid, y han sido publicadas en la revista de la cartera que dirige Celestino Corbacho, quien, consciente del problema que se avecina, este viernes presentará su propuesta para reformar el sistema de pensiones. ¿Cuáles deben ser los pilares de este cambio? Básicamente cinco.

El primero, una cuestión de puro sentido común (por desgracia, el menos común de los sentidos): No jugar políticamente con este tema. España, afortunadamente, cuenta con el marco del Pacto de Toledo, bajo el cual debería abordarse esta reforma, libre de réditos electorales y con el consenso de todos los partidos.

El segundo, subir la edad de jubilación. "Es una medida absolutamente necesaria", señala el profesor de IESE Sandalio Gómez. "Los 65 años se fijaron como edad de jubilación cuando la esperanza de vida media estaba en 75 años. Ahora alcanzamos los 81 u 82 años, por tanto, esa edad se ha quedado obsoleta", añade. Los expertos coinciden en ampliar el horizonte hasta los 70 años, aunque dibujando un marco flexible, donde se hagan excepciones con algunas profesiones, como la construcción. "Con las condiciones actuales, la edad media de abandono real son los 63 años. En Alemania, ya se ha hecho un periodo progresivo para alargarlo hasta los 67 años", apunta Federico Durán, director del departamento Laboral de Garrigues.

El tercer punto consiste en ampliar el número de años que se utiliza para calcular la base reguladora, hasta alcanzar toda la vida laboral. "En el Pacto de Toledo ya se dejaron sentadas la bases para ampliar a toda la vida laboral el cómputo de la pensión", apunta Gómez.

Si con la segunda medida se consigue reducir el número de jubilados, con esta tercera se rebaja el importe medio de las pensiones, ya que en general la gente gana más durante los últimos años en activo, que durante los primeros (actualmente sólo se calcula sobre los últimos 15 años cotizados). Doble ahorro para el Estado.

Para compensar esta menor cuantía de las pensiones, como cuarto punto, los expertos recomiendan incentivar el ahorro a través de planes privados, que completen la pensión de jubilación. Actualmente, estos productos se benefician de deducciones fiscales durante los años de ahorro, pero estas ayudas prácticamente pierden todo su atractivo en el momento de rescatar el plan, cuando sí deben tributar a Hacienda. "Hace falta un mayor atractivo fiscal para los fondos de pensiones", apunta Durán.

Más espinosa va a ser la revisión de los planes de prejubilaciones y de las pensiones de viudad. Estas dos cartas están sobre la mesa del debate y constituyen el quinto pilar de la reforma, ya que son dos realidades que deben adaptarse a la nueva situación del mercado laboral español. Esto no significa que deban eliminarse, pero sí al menos adaptarse a la realidad actual de la sociedad española.

Por ejemplo, desde el mismo momento que se intenta alargar la edad de jubilación hasta los 70 años, carece de sentido que se siga permitiendo a las empresas prejubilar a sus empleados con una edad media de 53 años. Por otra parte, la incorporación de la mujer al mercado laboral, unida a la menor presión social por el hecho de vivir en pareja sin estar casado, ha hecho perder el sentido original de la pensión de viudad: cubrir a la mujer viuda, porque se quedaba sin ningún recurso. Ahora, existen casos en que los viudos viven con otra pareja sin volver a casarse para no perder la pensión (reflejo de que el modelo actual está caduco) y también la situación de que  viudos y viudas perciben una pensión cuando cuentan con sus propios ingresos.

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