¿Recuerdas cuándo fue la última vez que llamaste desde una cabina? Seguramente no, y eso tiene un efecto directo en el parque de teléfonos públicos español. Menos negocio, menos cabinas, así de sencillo.
La democratización del móvil y los nuevos sistemas de comunicación, como la mensajería instantánea y el correo electrónico, han fulminado en 8 años casi la mitad del conjunto de teléfonos públicos de nuestro país.
En 2002, el total de equipos públicos ascendía a 95.000, cantidad que ha pasado a ser de poco más de 54.000 en 2010, según datos de la CMT (Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones).
Al ritmo al que han ido desapareciendo las cabinas, todo apunta a que 2011 será el año -una vez se conozcan los datos- en que el parque se habrá reducido a la mitad.
El recorte ha sido más acusado en el caso de los teléfonos públicos de dominio privado -los de los bares o negocios similares-. Si se desgranan los datos sólo de este segmento, la caída supone el recorte de dos terceras partes de los teléfonos, pasando de los 33.540 de 2002 a 12.950 en 2010.
En el caso de los teléfonos de dominio público (las clásicas cabinas), el descenso ha sido también brusco, pero menos. Se ha pasado de 61.296 equipos en 2002 a 41.347 en 2010. Un recorte que supone un tercio del total de las que había hace diez años.
El futuro no es nada halagüeño visto lo visto, pero lo que los operadores pierden por un lado, lo ganan por otro.
Si en 2002 los ingresos del sector de la telefonía móvil eran de 6.298 millones de euros, en 2010 se situaron en 13.855 millones.
Es decir, aunque el número de cabinas se ha visto reducido prácticamente a la mitad, la factura de la telefonía móvil se ha multiplicado por dos.
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