Suecia, Canadá y Nueva Zelanda: tres historias de recorte efectivo y rápido del déficit

  • ¿Es posible cuadrar el círculo viciado de déficit alto y crecimiento bajo (o negativo)? España reacciona bajo la insobornable mirada de Bruselas, que no admitirá mayores desviaciones. El Gobierno del PP tiene su plan, pero nunca viene mal recordar cómo otros países salieron del pozo. Ésta es la historia de Suecia, Canadá y Nueva Zelanda.

David Cameron Holds UK Nordic Baltic Summit
David Cameron Holds UK Nordic Baltic Summit
Álex Medina R.

Los suecos parecen perfectos. Por rubios, altos, guapos, Ikea, su idílico estado del bienestar y su pleno empleo inmutable. Parece que siempre lo han hecho todo bien. Sin embargo, en todo cielo siempre hay algo de infierno y la crisis de los noventa supuso un golpe casi mortal a sus cuentas.

Corría el año 1993 y el país sueco presentaba un défict sonrojante y del tamaño del 11,2% de su Producto Interior Bruto. Sólo cinco años después, presumía de superávit del 1,2%.

¿Cómo lo hizo?¿Qué medidas tomó? El Círculo de Empresarios ha analizado las historias de éxito de otros países desarrollados por si pudiera servir para el caso español.

Así que Suecia, mientras España se lamía las heridas de las Olimpiadas, el AVE y el gabinete terminal de Felipe González, vivía en 1993 el colapso de su sistema financiero, un paro inusitado, una inflación desbocada y graves problemas de financiación (por desgracia el análisis es calcado a la economía nacional de estos momentos).

Lo primero que se hizo no se podría hacer aquí y está en casi todos los manuales anti crisis: devaluación de su moneda. Después reformaron las pensiones, se reestructuró el sistema financiero (con un modelo de banco malo muy particular) y se reformó de arriba abajo el sistema de reparto de ayudas sociales.

Al mismo tiempo, se estableció un techo de gasto por debajo del crecimiento de la economía, se privatizaron empresas públicas, la Administración se apretó el cinturón en sus gastos corrientes y las políticas activas de empleo se centraron en los trabajadores menos cualificados.

Por el lado de los impuestos, se elevaron los del trabajo, el capital y el patrimonio y se redujeron las deducciones sobre las pensiones. El resultado fue una mejora de cinco puntos del PIB en la recaudación, al mismo tiempo que el gasto caía cuatro puntos.

La estrategia de la comunicación en Canadá

Cruzamos el Atlántico y desembarcamos en Canadá. El intervalo temporal (de 1993 a 1998) es el mismo que el sueco y su estrategia partió de la coordinación política antes de ponerse a reformar el mercado laboral y las transferencias del Estado a las provincias (su sistema territorial está muy descentralizado, al estilo español).

Todo comenzó con la aprobación del Program Review, bajo la premisa de qué había que preservar para salvar el futuro. Todos los sacrificios se explicaron a la vez, con un enfoque colegiado en que el consejo de ministros al completo compartió la estrategia.

El Gobierno central identifica las reducciones de gasto sobre la información del Tesoro y el Ministerio de Hacienda y las revisiones sucesivas del resto de administraciones y agencias. Incluso se permite a los ciudadanos juzgar la equidad de las medidas.

Al final, el gasto público adelgazó en cinco puntos del PIB y el déficit del 5,3% de 1993 mutó a un superávit del 0,3%.

La transparencia de Nueva Zelanda

El tercer ejemplo de recuperación se encuentra en nuestras antípodas. Nueva Zelanda entró en crisis a mediados de los ochenta y no se recuperó hasta un decenio después, justo cuando el resto del planeta se deprimía.

Lo que distingue al país oceánico de los demás es que fue el primero en desarrollar una gestión fiscal basada en la transparencia. En 1994 aprobó una Ley de responsabilidad financiera que establecía los objetivos prioritarios para desarrollar una gestión responsable (eso mismo que ahora se discute en España).

Se eliminaron los subsidios genéricos en educación y sanidad, optando por ayudas orientadas a los que realmente las necesitan. Los gastos en la Administración sufrieron un tijeretazo y se reformaron las pensiones, incrementando el periodo mínimo de cotización.

La recaudación mejoró del 30% al 37% del PIB y el gasto cayó en casi 20 puntos porcentuales, después de un paquete de privatizaciones y nuevos impuestos.

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