Tú me arreglas la lavadora y yo te enseño inglés

  • La crisis está ayudando a revitalizar los Bancos del Tiempo, lugares donde alguien ofrece sus horas de ocio para ayudar a los demás sin cobrar un euro. Clases de inglés, chapuzas en casa y hacer compañía son las actividades más demandadas.

Ilustración de los Bancos del Tiempo (Raúl Arias)
Ilustración de los Bancos del Tiempo (Raúl Arias)
Raúl Arias
Juan F. Cía
Juan F. Cía

"Nuestra única moneda es el tiempo". Así de claro se muestra Salvador Castro, el socio 260 del Banco del Tiempo de Logroño. La solidaridad de sus colaboradores y la crisis económica se han convertido en fieles compañeros de cama para dar un empujón a esas viejas organizaciones donde alguien ofrece tiempo libre para ayudar a los demás sin cobrar un euro. El papel moneda se deja en el baúl del olvido y lo único que importa es la atención que uno puede dedicar a la lavadora o el ordenador del prójimo.

"Necesito ayuda para las tareas domésticas, para la plancha, hacer algo de limpieza en casa", reconoce Castro. A cambio de un cable salvador entre camisas arrugadas, polvo en las estanterías y platos sucios, este ingeniero técnico de profesión ofrece sus buenas manos para el bricolaje y las pequeñas chapucillas. Además, se pone a disposición del que lo necesite para hacer "informes técnicos o dar asesoramiento".

Estos 'bancos' son comunidades donde se intercambian actividades por tiempo. Así, si uno de los socios le corta el pelo a un compañero, éste dispondrá de una hora para que otro le ayude con el aprendizaje del inglés o algún manual de informática. Todos se comunican a través de un sistema con un tablón de anuncios y un correo electrónico interno que les permite conectarse y canjear habilidades a cambio de cheques de una hora.

Sin embargo, en esta red de solidaridad mutua nadie puede excederse en generosidad ni ser demasiado pedigüeño. "Ningún socio puede tener más de 10 horas en positivo o negativo", afirma este colaborador de Banco del Tiempo de Logroño. Si alguien hace mucho uso del tablón de anuncios y solicita en muchas ocasiones la ayuda del resto de usuarios, llegará un momento que deberá ofrecer algo a los demás para compensarlo.

Crisis y filosofía de vida

Aunque la mayoría de responsables no ve relación directa entre la crisis y el resurgir de estas iniciativas, es evidente que el ahorro de las familias y el aumento del paro influyen en el nuevo 'boom' de los Bancos del Tiempo. Algunos reconocen con la boca pequeña que el número de colaboradores se ha duplicado en un año. Profesionales sin empleo, amas de casa a las que la situación obliga a gastar menos, personas con ganas de nuevas motivaciones… todos ellos encuentran un espacio atractivo en estos proyectos.

"Con la crisis hemos notado que muchos profesionales vienen porque están en paro y no quieren dejar de ejercer su profesión", dice Eva Carmona, responsable del Banco del Tiempo de Logroño.

En ese sentido, Mariona Salleras, presidenta de la asociación que gestiona el Banco del Tiempo de San Martín en Barcelona, reconoce que es lógico que la mala situación económica atraiga a la gente, pero para ella no es el motivo fundamental. "No sólo vienen para ahorrarse un dinero, acuden a nosotros por la filosofía del proyecto, los principios de igualdad y solidaridad, porque les gustaría que el mundo fuera de otra manera", remata emocionada la responsable de San Martín.

Evitar a los caraduras

En cualquier 'empresa' nacida de la generosidad y la solidaridad siempre se coloca un letrero en la puerta con el mensaje 'Jetas no, gracias'. Tal vez por eso son frecuentes las entrevistas personales a los futuros socios. "Después de rellenar la inscripción con mis datos, tuve una reunión con Eva para valorar si mi perfil se ajustaba al proyecto", asegura Castro. Carmona es la encargada de hacer una primera selección que evite la entrada de 'manzanas' podridas en el cesto.

"Las personas siempre ofrecen habilidades con las que disfrutan, con las que se sienten a gusto, siempre con generosidad", afirma Carmona, que reconoce que esa es la señal más eficaz para detectar a "los listillos". En los Bancos del Tiempo del Ayuntamiento de Madrid también es una condición imprescindible ser evaluado por un trabajador social, que establece quién es apto para inscribirse.

Intercambios grupales y excursiones

Estas comunidades facilitan la relación entre sus miembros. En los encuentros que suelen organizarse, se producen los llamado intercambios grupales, " donde un socio hace algo para el resto y ellos le pagan con un cheque de una hora cada uno", afirma Salleras.

El caso de San Martín no es especial. "He asistido a dos intercambios colectivos, uno donde nos enseñaban técnicas para hablar en público y otro para elaborar jabones", adelanta Castro desde Logroño. Esos talleres se promocionan a través del tablón de anuncios y el intercambio de e-mails. "El buen ambiente nos anima mucho, me arrepiento de llevar sólo tres meses y medio", remata. De todas formas, Castro reclama algo más de movimiento en las peticiones personales.

Dentro del funcionamiento de estos grupos es habitual la celebración de excursiones y viajes para que los socios se conozcan. En el intercambio de actividades es importante la relación personal. "Casi nadie se fía de quien no conoce", concluye Salleras.

La Caja del Tiempo

No sólo ayuntamientos, universidades y fundaciones apuestan por estos 'bancos', también hay una entidad financiera que ha encontrado sentido a una iniciativa sin monedas ni billetes. Cajamar lanzó recientemente su Caja del Tiempo, un espacio de trueque de servicios personales a los empleados de la entidad, jubilados y prejubilados. "Ahora nos demandan que la abramos a otras comunidades", afirma Javier Dueñas, Director de Responsabilidad Social Corporativa de caja de ahorros.

La Caja del Tiempo comenzó como una forma de incentivar la demanda de voluntariado para los más de 800 colaboradores o 'empleados comprometidos' que tiene esta entidad financiera. "En zonas como Murcia, donde tenemos una gran implantación, no existen muchas peticiones a los voluntarios", reconoce Dueñas. Tal vez por eso, esta caja de ahorros busca acuerdos con organizaciones vinculadas a pensionistas y enfermos que necesiten la ayuda de estos empleados para hacerles compañía o amenizarles el día en un hospital.

Por ahora se solicitan clases de cocina, idiomas, cursos de dibujo... Seguro que más de un cliente preferirá a empleados voluntarios que a bancarios con ganas de cobrar comisiones, firmar nuevas hipotecas y 'colocar' más tarjetas de crédito.

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