BBVA 'subcontrata' a Santander y Apollo para recobrar 200 millones en créditos

  • Altamira, participada por el fondo y el banco, logra un contrato de BBVA para ocuparse de la recuperación de un portfolio de préstamos con impagos.

    La plataforma busca reforzarse atrayendo clientes nuevos, gracias a una gestión autónoma del grupo cántabro, y su internacionalización.

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EUROPA PRESS

Que un gran banco subcontrate la gestión de una cartera de activos a la sociedad de un rival es muy inusual, sobre todo, por el celo a revelar sus entresijos o clientela. BBVA ha roto de alguna manera el ‘statu quo’ con la delegación a Altamira, plataforma inmobiliaria del Santander y Apollo, de la administración de un portfolio de préstamos con impagos que en el mercado cuantifican en alrededor de 200 millones de euros.

El servicer desvela el contrato en su informe anual correspondiente a 2016 junto a la captación de otros clientes sin detallar. Nació en el Santander para colocar su ladrillo y gestionar el préstamo promotor en dificultades hasta que en 2013 el grupo cántabro vendió el 85% de la sociedad a Apollo. Su hoja de ruta desde entonces ha sido la de maximizar la captación de clientes y buscar el desarrollo internacional, apoyado en una gestión totalmente autónoma del accionista cuya máxima prueba, apuntan fuentes cercanas a la sociedad, es que BBVA le confiase el negocio.

Altamira cuenta, de hecho, en la actualidad con alrededor de 15 clientes: entró en abril en Portugal con la compra de Oitante, el servicing de Banif, y en julio se alió en 'joint venture' con CCB, el segundo mayor banco de Chipre. El primer gran hito del viraje estratégico había sido la adjudicación por parte de la Sareb de una cartera integrada por 44.000 inmuebles y préstamos originarios de CatalunyaCaixa, BMN y Caja3, cuando el banco malo repartió la tarea de vender sus activos entre Altamira, Haya Real Estate (Cerberus) y Servihábitat (controlada por el fondo TPG).

Solo en España gestiona más de 50.000 millones en activos, a los que la sociedad chipriota sumará 7.200 millones y en Portugal partió con 1.500 millones. A cierre de 2016, sin embargo, la facturación era aún muy dependiente del Santander. Sus ingresos crecieron un 15,86% durante el pasado ejercicio, hasta los 309,93 millones de euros: 222,91 millones por gestionar el ladrillo del banco cántabro (se reduce un 3,62%); 83,40 millones por el contrato con Sareb (se dispara un 234,90% porque en 2015 aún estaba migrando sus activos) y los 3,57 millones restantes de otros clientes (el servicio surtido a BBVA generó 480.000 euros).

En el banco enmarcan esta situación en la multiplicidad de contratos de gestión delegados a especialistas sugiriendo que, fruto casi de una carambola, la subcontrata acabó en Altamira. Un experto del sector explica que es práctica habitual repartir la gestión de activos buscando con la cotejación de sus resultados la administración más rentable y eficiente de los activos.Pisando el acelerador

En materia de ladrillo, BBVA se encuentra precisamente pisando el acelerador tras años donde no ha destacado entre las entidades proactivas con el ejercicio. Su consejero delegado, Carlos Torres, ha reiterado que la vuelta de tuerca en la tarea busca dejar atrás el problema y desterrar las pérdidas de la filial inmobiliaria en 2020 aprovechando el buen momento que atraviesa el mercado. La tarea de desalojar los activos tóxicos, principalmente a través de su servicing Anida, dejó en el primer semestre 191 millones en pérdidas por costes y saneamientos, inferior a los 207 millones comparables del pasado ejercicio pero aún ‘números rojos’.

El balance del banco soporta aún 20.190 millones brutos en ladrillo, que netos de provisiones se reducen a 8.760 millones -4.900 millones de activos adjudicados, 3.300 millones en crédito promotor y 556 millones en activos diversos-.

Desde finales de 2016 ha recortado un 14,2% el problema con una intensa colocación de carteras en el canal mayorista, la aportación de activos a Testa Residencial y Metrovacesa, además de la venta de algunos inmuebles significativos. Entre estas operaciones figura el traspaso de un portfolio de 600 millones brutos en préstamo a una sociedad de Cerberus, una cartera con casi 3.500 inmuebles a Blackstone o la enajenación de la Torre Puig, una de las mayores operaciones inmobiliarias de Barcelona.

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